domingo, 13 de julio de 2008

¿ Hay libertad de prensa en el Perú?

No hay oposición es cierto, pero tampoco hay unidades de investigación. A diferencia de lo que sucedía en el gobierno anterior la inmensa mayoría de medios de comunicación han optado por el silencio cómplice. Una tesista de una universidad del extranjero me comentaba hace poco cómo los propios periodistas peruanos hablan de este cambio vergonzoso en los medios de comunicación. Cómo ahora se exigen pautas en las investigaciones, cuando existen, que antes se superaban. Es el temor dicen unos, es la presión dicen otros, qué será, dicen resignadamente los más.
Es suficiente con sintonizar las radios, leer los medios o ver la televisión peruana para percibir lo que está pasando un clima de indiferencia ante la corrupción, de silencio cómplice o vulgar adulación.
El caso del spot donde Vladimiro Montesinos deviene en protavoz oficioso del Partido Aprista es todo un símbolo de estos tiempos. El gobierno no tiene ni un sol para la Oficina Nacional Anticorrupción. Pero sí tiene miles de miles de soles para colocar en el aire a un corrupto delincuente como Vladimiro Montesinos. Esto no es torpeza. Es cinismo, y del peor.
Lo que puedan decir personajes coyunturales como Mauricio Mulder no importa. El hecho concreto es que el gobierno ha insultado y ha indignado a la gran mayoría de compatriotas que han visto como el delincuente Montesinos ha atacado al movimiento sindical. Ni Fujimori lo hubiera hecho mejor.
Pero lo más lamentable es el papel que juega la denominada "gran prensa" que de grande no tiene nada y que también es símbolo de la crisis que vivimos. Que el diario El Comercio o RPP o Cuarto Poder en América TV o el canal 7 no digan nada ya no llama la atención. Pero que la mayoría se pliegue a este silencio cómplice es señal que nada hemos aprendido.
Cuando se permite que se avance pues se avanza y se avanza. El gobierno de García no se pone límites porque nosotros no le ponemos fronteras. La soberbia es el rostro del autoengaño. Se sienten el mejor de los gobiernos cuando es todo lo contrario, un portento de medianía o mediocridad. Se creen el cuento que nace del silencio forzoso, del comentario del periodista palaciego, del opositor que acude a las invitaciones a cenar.
Alan García no sólo no ha cambiado. Ha perfeccionado su forma de engañar.

miércoles, 2 de julio de 2008

hola