El líder sindical venezolano Carlos Ortega ha obtenido asilo en Perú. Ya saben los dirigentes del SUTEP, de la CGTP, del Sindicato Minero, que pueden pedir asilo en Venezuela. Ya sabe Robert Huaynalaya y Mario Huamán: la matonería y la prepotencia del gobierno peruano es sinónimo de persecución política. Por tanto es factible poder obtener asilo. Durante la jornada de protestas sindicales en nuestro país de junio y julio de este año, fuimos testigos de la violencia y prepotencia con que las autoridades policiales y políticas trataron a los gremios sindicales. Muchos de ellos hasta ahora enfrentan acusaciones en la Fiscalía. Podrían entonces argumentar también persecución política, pues el gobierno de Alan García, al igual que Hugo Chávez, tampoco admite voces en la oposición. Nos informa la prensa local que Carlos Ortega ya estaría en Perú. No se ha confirmado. Lo cierto es que el reconocimiento gubernamental al derecho a la libertad de expresión y protesta que el gobierno peruano admite con este asilo debería empezar por casa. Alan García debería empezar por dejar de perseguir dirigentes sindicales, insultarlos u ordenar detenerlos, privándolos de la libertad. Y debería también dejar de ordenar se dicten leyes draconianas que impiden el derecho a la expresión y a la protesta en las calles. Así informa: Perú 21 La República
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