Mientras Alan García y Jorge del Castillo pedían que el Poder judicial capture a los corruptos del SIS la jueza Carolina Lizárraga se negaba a aceptar las órdenes de captura contra dichos funcionarios. Como premio es nombrada Jefa de la Oficina Nacional Anticorrupción. ¿Estamos en presencia de otra farsa? Hace tan sólo un día, el diario Correo informó que la Jueza Carolina Lizárraga se negó a aceptar las órdenes de captura contra militantes apristas involucrados en la gran corrupción del Sistema Integral de Salud (SIS). La jueza Lizárraga se encontraba de turno en el Cuarto Juzgado Anticorrupción y se negó a aceptar las órdenes de captura contra estos funcionarios. Así que su nombramiento como flamante Jefa de la Oficina Nacional Anticorrupción no sería otra cosa que una maniobra distractiva más de este gobierno para aparentar una lucha frontal contra la corrupción que en la práctica, en los hechos, no existe. En lugar de reforzar a las instituciones el gobierno confunde sus funciones para entorpecer la lucha contra la corrupción. Alberto Fujimori creó la Comisión de Fiscalización también para aparentar que se luchaba contra la corrupción. Lo único que hizo esta Comisión fue justificar los grandes casos de corrupción del anterior gobierno y darle el manto de "cosa investigada". Alan García crea ahora esta Oficina también para dar la apariencia de luchar contra la corrupción cuando lo que se ha visto en las últimas horas es todo lo contrario: un blindaje sistemático a funcionarios acusados de corrupción. Carlos Vallejos, Hernán Garrido Lecca, Luis Alva Castro, Verónica Zavala, José Antonio Chang, Susana Pinilla siguen firmes en sus puestos, tan firmes como la congresista Tula Benites. De lucha contra la corrupción no habrá nada. Esta lucha estará a cargo de la oposición, que urge conformar. Por otra parte a este gobierno particularmente no le creo nada. Llamó a Hernando de Soto para el TLC interno y quedó en nada, llamó a Víctor García Toma para el pacto social y no hizo nada, llamó a Julio Favre para FORSUR y es un desastre. Así que estamos en presencia de otro gran montaje que quiere dar la apariencia de lucha contra la corrupción pero en el fono, con los hechos concretos, no pasa nada. Alan García es un destructor de instituciones. Como dice hoy Rosa María Palacios, ya existen los organismos necesarios para enfrentar este flagelo pero son maniatados por este gobierno. Lo que si queda en evidencia es que el gobierno sabe que el problema de este gobierno no es tanto la inflación sino la sensación de corrupción generalizada que existe en la población.
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