jueves, 13 de marzo de 2008

Cuando la política se practica sin dignidad. De vuelta a la cantaleta del error.

La política también exige su cuota de dignidad. Cuando no es así los militantes se convierten en simples utileros de la camarilla (no dirigencia) de turno. Me refiero al caso Mulder. Alan García acaba de declarar que considera "una pésima costumbre" (del APRA seguramente) que en el Congreso se realicen votaciones a puerta cerrada, como ocurrió anoche con el caso Tula Benites, y dijo que el presidente del Congreso, Luis Gonzales Posada, debió imponer su criterio para salvar la imagen del Congreso.
Sería gracioso si García actuara como Presidente del APRA. Pero es Presidente del Perú por tanto sus declaraciones son parte de un espectáculo penoso.
La persona que pidió la votación a puerta cerrada, usando las palabras de García, fue el congresista Mauricio Mulder, para más señas Secretario General del Partido Aprista.
Pero Alan García no se quedó en esas declaraciones. Agregó lo siguiente: ""Ningún aprista debe pedir voto secreto ni voto oculto y mucho menos la persona cuyo comportamiento esta siendo analizado, participe y vote. ¿Cuándo se visto esto?".
La reprimenda va dirigida a Mauricio Mulder, quién sin la dignidad que exige su cargo de Secretario General, prefiere callar y aceptar, confundiendo los códigos de la política.
Algunos, los que siguen el pensamiento Mantilla, dirán que Mulder se sacrificó por un bien superior: la gobernabilidad.
No es así.
Con su actitud da un pésimo mensaje a la ciudadanía en el sentido que la política es mentira, hipocresía y sumisión.
Por actitudes sumisas como las de Mulder no se respeta a los políticos que como él actúan de esta forma tan lamentable.
En lugar de renunciar por la llamada de atención Mulder reconoce que "ha cometido un error". Se vuelve a la cantaleta de inicios del gobierno.
Aunque podría darse otra figura. Que a Mulder no le interese lo que dice Alan García y tome las palabras de la llamada de atención como de quien viene.
¿Quién sabrá la verdad? No se sabe.
Es una reflexión nada más.

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