sábado, 22 de marzo de 2008

Internet es tan exitosa que podría colapsar.

He encontrado una nopta interesante aparecida inicialmente en el New York Times y que reproduce La Nación de Argentina. Nos habla del colapso de Internet por, entre otras cosas, el exceso de tráfico:


Durante meses se ha oído un creciente coro de alarma por el aumento enorme del número de datos que se acumulan en Internet. La amenaza, según grupos de la industria, analistas e investigadores, se sustenta en la cada vez mayor riqueza visual de la comunicación y el entretenimiento online, videoclips y películas, redes sociales y juegos con múltiples jugadores.

En un informe difundido en noviembre último, una empresa de investigación calculó que la demanda de usuarios de Internet podría sobrepasar la capacidad de la Red para 2011. El título de un debate programado para el mes próximo en un congreso de tecnología, en Boston, resume esa angustia: "¿El fin de Internet?".

Las imágenes móviles, mucho más que las palabras o los sonidos, son enormes ríos de bits digitales, que requieren una banda cada vez más ancha. El año pasado, según una estimación, el sitio YouTube consumió tanto ancho de banda como todo Internet en el año 2000.

Si hay algo claro es que el aumento del tráfico de Internet representa más un desafío que una inminente catástrofe. Incluso los más afectados no predicen un derrumbe completo de la Red. Un usuario, según dicen, podría experimentar un embotellamiento, bajo la forma de menor velocidad y frustración con servicios atestados que se harán así mucho menos útiles o disfrutables.

No todo se podrá hacer

"Internet no se desmorona, pero habrá cada vez más cosas que uno ya no podrá hacer online", dijo Johna Till Johnson, presidenta de Nemertes Research, que predijo la caída de Internet en 2001 y anticipó un crecimiento de la demanda anual en un 100 por ciento.

Otros están menos preocupados, al menos a corto plazo. Andrew Odlyzko, profesor de la Universidad de Minnesota, estima que el tráfico digital de la red global crece alrededor de un 50% anual, estimación que concuerda con un análisis reciente realizado por Cisco Systems, fabricante de equipamiento para la red global.

La cifra de crecimiento intimida. Pero la tecnología destinada a manejar el tráfico de la Red también avanza a un ritmo impresionante.

Los routers para transmitir datos se hacen más rápidos, las transmisiones de fibra óptica mejoran y el software para manejar paquetes de datos se vuelve cada vez más sutil y preciso.

"Un crecimiento del 50% es elevado, enorme. Pero se corresponde con los progresos y mejoras que nos ofrece la tecnología", dijo Odlyzko, ex investigador de AT&T Labs. No es probable que la demanda llegue a exceder Internet, arriesgó.

En EE.UU., el tema de la gravedad del problema es más bien técnico, ya que afectará la forma y el costo de las políticas gubernamentales para la infraestructura de banda ancha.

Aunque los expertos debaten la inmediatez del desafío, todos coinciden en que en realidad apunta a un tema más amplio. En la era de Internet, dicen, las redes de alta velocidad representan un incremento de los caldos de cultivo de la innovación económica y científica, difundiendo nuevos emprendimientos, mercados y empleos. Una nación que se queda atrás en inversiones, advierten, corre riesgos de perder competitividad ante países que convierten el acceso de mayor velocidad a Internet en una prioridad.

"El tema a largo plazo es dónde se produce la innovación", dijo Odlyzko. "¿De dónde saldrán el próximo Google, YouTube, eBay o Amazon?"

La preocupación por la congestión de tráfico digital no se refiere a las principales líneas troncales de Internet, sino a cuestiones locales: la capacidad de los conmutadores, los routers y cables en la vecindad de una casa. El costo de llevar fibra óptica de alta velocidad a una vivienda puede alcanzar o superar los 1000 dólares.

Por ello, la velocidad de acceso a la Red varía tanto según el país.

"Nos estamos quedando sin potencia para abastecer la demanda", dijo Tim Pozar, ingeniero y copropietario de United Layer, de San Francisco, que proporciona soporte a sitios web para clientes que van desde museos hasta redes sociales. "Las mejoras necesarias para los centros de datos serán ahora más costosas, ya que ha sido consumida toda la capacidad extra que quedó del estallido de la burbuja puntocom."

El ritmo de la demanda futura es la mayor incertidumbre que suscita el desafío del tráfico en Internet y resulta muy difícil predecir la velocidad con que la gente adoptará las tecnologías emergentes.

Qué esperan los usuarios

Los sofisticados videochats son algo que William Bentley, un neoyorquino de 13 años, ansía ver. Es un representante de la próxima generación de consumidores digitales: ha hecho videos que ha colgado en YouTube, está suscripto a los canales de YouTube, le encantan los juegos con múltiples jugadores, tales como World of Warcraft , y no cesa de bajar música y videos.

Cuando se le preguntó qué es lo que querría en el futuro de Internet, contestó: "Sería bueno tener a todo el mundo siempre allí, poder verlos claramente y hablar con ellos con un simple clic".

Sin dudas, esa clase de servicio requerirá mayor amplitud de banda y más inversión, con mayores costos en todo el espectro del ecosistema de Internet, que incluye a los servidores de cable y telecomunicaciones, empresas, sitios web e incluso consumidores. AT&T, por ejemplo, anunció que gastaría 1000 millones de dólares -el doble de lo que invirtió en 2006- para expandir su infraestructura en ultramar.

La Red ya ha sobrevivido a predicciones de colapso, especialmente la hecha por Robert Metcalfe, pionero y emprendedor de la Red, quien en una columna de una revista publicada en 1995 advirtió sobre "un catastrófico colapso" de Internet en 1996. Hubo problemas de servicio, pero nada semejante al colapso predicho por Metcalfe.

"Internet ha demostrado ser extraordinariamente flexible y resistente", dijo Metcalfe, hoy capitalista de riesgo. "Pero Internet es vulnerable hoy. Eso no significa que colapsará, sino que se perderán oportunidades."

Por Steve Lohr
De The New York Times

Traducción: Mirta Rosenberg

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