Leámos el siguiente párrafo de un artículo del destacado politólogo mexicano Sergio Sarmiento:
Nos estamos acabando el dinero de la bonanza petrolera. Pero ¿en qué?, preguntará usted. ¿En educación? ¿En inversión productiva? ¿En infraestructura? ¿En la lucha contra la delincuencia? ¿En el combate a la pobreza? No, en ningún uso que pudiera tener sentido en el largo plazo.
Ahora hagamos el parafraseo, para vincularlo con la realidad de Perú:
Nos estamos acabando el dinero de la bonanza minera. Pero ¿en qué?, preguntará usted. ¿En educación? ¿En inversión productiva? ¿En infraestructura? ¿En la lucha contra la delincuencia? ¿En el combate a la pobreza? No, en ningún uso que pudiera tener sentido en el largo plazo.
En nuestro país, al igual que en México, se está insistiendo en un subsidio generalizado que hará que el próximo gobierno no solo enfrente a la escasez sino a grandes problemas económicos. La forma como el gobierno viene enfatizando en el mismo modelo primario exportador (leáse minerales, gas, harina de pescado) nos condenará a seguir siendo un país pobre.
Contra lo que se dice no se está construyendo capital humano. Es falso, repito, es falso que haya una "revolución educativa". Al igual que Fujimori que regalaba computadoras en lugares donde no había electricidad el señor Alan García "regala" laptops de 100 dólares que cuestan 300 o en su defecto laptops de mayor potencia pero sin lo elemental: capacitación.
El programa de becas, que creo se llamó Victor Raúl Haya de la Torre, fue un flaco favor a la imagen del fundador del APRA pues la repartición de créditos educativos se ahogó en la corrupción. Un homenaje similar al que sucedió hace años cuando colocaron la imagen de Haya en los billetes sin valor.
Si en verdad queremos alcanzar a Chile empecemos por construir capital humano. Y eso implica también mejorar la calidad de la política. Tenemos un Congreso donde los tránsfugas forman parte de la mesa directiva, sin agenda y en donde los congresistas dejan que los traten como colegiales. De reformas nada. De innovación cero. De ideas el conjunto vacío.
Y así seguimos viviendo una bonanza producto de la oferta y demanda de nuestros productos extraidos no renovables al igual que como antes sucedió con el caucho, el salitre, la brea, la plata o la harina de pescado.
No hay reformas. Pero eso no es lo peor. El asunto es grave y ni siquiera nos caemos de espaldas. Estamos en presencia de un gobierno mediocre que sin oposición (como reconoció García), con periodismo amable y cómplice y con muchos recursos no ha emprendido ni una sola reforma que haga que nuestro crecimiento sea sostenido en el tiempo.
¿Los empresarios? De ellos mejor no hablamos. El mercantilismo se ha generalizado.
miércoles, 21 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario