jueves, 17 de mayo de 2007

Por el retorno del Senado

Hay algunos factores comunes en los defensores del sistema unicameral. O son tránsfugas -pues su trayectoria los delata-, o no pertenecen a ningún partido -salvo al partido del interés económico pues son simples lobbystas- o son fujimoristas. Lo cierto es que esta notable desesperación en defender al sistema unicameral nos debe llamar la atención, pues estos individuos starían actuando concertadamente para defender un sistema nefasto que viene haciendo mucho daño a nuestro país.
El sistema unicameral fue diseño de Vladimiro Montesinos. Le vendió la idea a Fujimori para controlar el Congreso. Para redondear la faena sensualizó la actividad política ¿Cómo? Aumentando groseramente los sueldos de los parlamentarios, dotándolos de hermosas oficinas, permitiéndoles que contraten secretarias, choferes y asesores y dándoles un protagonismo exagerado ante el pueblo a través de los programas masivos que la mafia controlaba en la televisión. Llegaron así los tiempos de las leyes impuestas sin discusión, de los atropellos democráticos, de los autos de lujo para los congresistas directivos y cómo no también de las anfitrionas. Se empezó de esta manera a devaluar la imagen de todo lo político. El Congreso de los años 90, de la década fujimontesinista fue el más despilfarrador de nuestra historia, con cerca de 20 sueldos al año que no eran denunciados por culpa de una prensa sumisa o comprada. Parte de los vicios y costumbres de esa vergonzosa época perduran hasta ahora. Y perduran porque así lo quieren los poderes fácticos, los que se manejan en las sombras, aquellos que imponen sus decisiones a través de políticos que no merecen catalogarse como tales, y son simples sirvientes de la orden que emana de la oscuridad. Así, con una sóla cámara se han dado y de seguir con este sistema se seguiran dando, leyes que han entorpecido la marcha democrática de nuestro país. Montesinos y Fujimori fueron eficientes en darnos una imagen de una política podrida cuando ellos eran los que despedían el olor de la corrupción. Y por culpa de ese sistema unicameral y de las malas dirigencias partidarias la política se sigue devaluando pues los grupos políticos prefieren al personaje popular y no al preparado.
Es una pena que en nuestro país nos dejemos llevar por la falta de reflexión. La postergación del debate por la restitución de la Cámara de Senadores es una demostración que la gran Política, aquella que se educa al pueblo dando la cara, de pie y de frente, en nuestro país ya no existe, por lo menos en el actual Congreso.