"Un zafarrancho", "chismografía baratieri", "nos jalaron las orejas", "nos cuadraron", "los cuatro fantásticos","el gran bonetón","bobo y tonto", "yo no fuí fue Teté", son algunas de las frases de antología que en las últimas horas nos ha dicho la altísima dirigencia aprista. A través de los medios y con sonrisas en los labios el APRA ha contribuído, a través de sus voceros más destacados, a enriquecer el vocabulario infantil de nuestra población, demostrando que en materia lexicográfica está de igual a igual con los eximios exponentes del reality show nacional.
Triste papel de la organización aprista que se jacta de ser el único partido con estructura y disciplina a nivel nacional. Triste papel de un grupo que en algún momento conjugó intelectualidad con política. Triste papel porque demuestran que a pesar de sus 83 años siguen siendo un partido menor que adolescente, donde las puyas, los engreimientos y las zancadillas son tan comunes como en un patio de recreo de un colegio de primaria. Triste papel porque están desperdiciando con su incompetencia una excelente etapa para hacer reformas, condenando a nuestro país a lamentar otro momento estelar perdido, por privilegiar el interés particular en desmedro del interés nacional. Triste papel de un partido que tiene figuras de papel, fabricadas por medios amigos y que no condicen el "prestigio" ganado con lo que han andado. Triste papel de una agrupación que sufre de algo peor que no tener ideología, cual es el tenerla y no respetarla sino más bien despreciarla. Triste papel de un partido que forma cuadros para mantenerlos en la reserva esperando una oportunidad que nunca se da. Triste papel de un colectivo político que escribe la historia de su segundo gobierno con la mano guiada por conspicuos amigos del gobierno más corrupto de nuestra etapa republicana: el fujimontesinista.
El país está asistiendo al festival de la incompetencia. Un presidente que habla mucho y dice poco, un premier que atenta contra su propia gobernabilidad enfrentándose a un Congreso presidido por su correligionaria, ministros que hacen todos los méritos para llamarse secretarios y congresistas que no saben que agenda seguir porque simplemente no existe ninguna.
A diferencia de los grandes nadadores que se lucen en el mar tempestuoso, el APRA se está ahogando en la piscina de su propia incompetencia. Encontró todo para ser un gran gobierno y todo lo está echando por la pendiente de su propia incapacidad. De nada les valió no tener oposición, encontrar de los medios comprensión y gozar de muchos recursos económicos que ellos no obtuvieron. Todo lo están desperdiciando. Ahora que la ciudadanía duda de la capacidad del autollamado mal menor y empieza a recordar la catástrofe de los años finales de los 80 exige por lo menos responsabilidad a la hora de gobernar. Una capacidad que debe empezar por hacer un claro deslinde con la corrupción encarnada en peligrosos aliados que acompañan solícitos al actual régimen. El APRA, un partido que se estancó en la adolescencia y que muestra su inmadurez con tanto desparpajo como sus tribunos lucen, en el hemiciclo del Congreso, sus zapatillas.
política Juan Sheput
APRA Congreso de la República
Alan García política en Perú