Hace un año para un kilo de jurel se necesitaban de 3 a 5 ejemplares como máximo. Hoy se requieren 10 pues son de menor tamaño. Hace un año un jurel medía entre 23 y 40 centímetros, su tamaño medio era 26 centímetros. Hoy mide tan sólo 14. Hace un año los pescadores artesanales podían pescar sin problemas este ejemplar y llevarlo a las mesas del hogar. Hoy no pueden, las grandes empresas, gracias a Rafael Rey, se lo impiden. Ellas pescan primero. Hacen lo que quieren en el Mar de Grau.
Cuando un gobierno se pone al servicio de los intereses particulares, de los grandes intereses económicos empieza, entre otros males, el saqueo de nuestros recursos naturales. Conversando con un grupo de dirigentes de los pescadores artesanales me doy cuenta de esta triste realidad.
El gobierno aprista está dando más de una señal que está al servicio único de grandes intereses económicos. Confunde -qué no confunde este gobierno- promover la inversión con entregar todo sin regulación. Así, con esta forma de gobernar, se depredan nuestros recursos, originando que en el caso de la pesca esta no sea sostenible.
¿Qué es lo que pasa cuando una flota pesca peces pequeños? El Jurel está orientado al consumo humano. Para eso se requiere de un tamaño mínimo. Al ser muy pequeño no se puede vender ni cocinar para conservas enlatadas pues no hay "cuerpo" suficiente. ¿Qué es entonces lo que hacen las grandes empresas cuando encuentran los peces muy pequeños? Pues harina, convierten un recurso orientado al consumo humano en harina de pescado. ¿Y las autoridades? O hacen gala de ignorancia en el tema o se hacen de la vista gorda. Así de simple.
Hace 20 años el primer gobierno aprista entregó nuestro mar a las pesqueras rusas. Fue salvajemente depredado, en medio de escándalos de corrupción. En esa época, por ejemplo, desapareció nuestra sardina, y tuvo que pasar mucho tiempo para recuperar la población de la anchoveta. Hoy el gobierno ha abandonado su rol regulador y protector de especies y está permitiendo una pesca salvaje de anchoveta (4 veces entre abril y julio de este año), de jurel y caballa.
En Chile, para variar, para darle sostenibilidad al recurso pelágico no se permite este salvajismo. Buenas políticas públicas, consensuadas entre empresarios, gobierno y políticos salvaguardan a las diversas especies de los mares del Sur. Se está estudiando, por ejemplo, suspender la pesca hasta el 2008 en varias zonas para administrar una suficiente población.
Pero aquí, tristemente, el cortoplacismo es una enfermedad que también padecen nuestros empresarios sobre todo los pesqueros. Esta enfermedad los lleva a no sólo acabar con el recurso. También con la pesca artesanal.
Es decir gracias al señor García y a su funcionario Rey la brecha entre ricos y pobres aumentará.
El rico, con el mar depredado, hecho el capital venderá su empresa pesquera. Iniciará otro negocio. El pobre seguirá siendo pobre si antes no murió en la espera de un país mejor.
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