El único delito de Omar Chehade ha sido hablar y actuar con sinceridad. Denunciar una "mano negra" no es falso, equivocándose únicamente en el origen de la manipulación. Ésta no se encuentra en Chile sino en Perú, y mece la cuna del impedimento de la extradición.
En alguna oportunidad opiné que, luego de Alejandro Toledo y Valentín Paniagua, la mafia iba a hacer lo imposible por recuperar espacios. Estamos viendo los primeros indicios del retorno de la cleptocracia que nos gobernó en los años 90 y que, con distinto elenco sigue escribiendo el guión detrás de cámaras.
Es verdaderamente risible, pero digno del gobierno de Alan García, que el señor Moisés Tambini sea jefe de los procuradores, defensor del Estado. Un personaje (no una personalidad) sin autoridad moral acaba de declarar, según CPN Radio, que evalúa "pedir la renuncia de Chehade". Se une entusiasta al coro de la ministra de justicia Sra. Zavala, que a su vez le hace el encore al premier Jorge del Castillo, operador visible de la no extradición.
Omar Chehade debe considerar como una condecoración moral que este gobierno lo expectore. No tiene porqué arrepentirse de nada pues ha dicho lo que muchos pensamos de manera simple y hasta con caballerosidad.
Nosotros diremos lo que pensamos de la "mano negra" con otras palabras: que hay un corpus mafioso y corrupto que definitivamente está protegiendo al compinche extraditable que es Alberto Fujimori.
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