Nunca, en tan sólo quince meses, se habían acumulado tantos -y graves-indicios de corrupción como con este gobierno. Desde el SIS -donde todo parece indicar que Julio Espinoza es un chivo expiatorio- hasta el Ministerio de Vivienda, pasando por los portafolios de Educación, Interior, Trabajo, Justicia y Transportes, hay graves indicios que ameritan investigarse.
Sin embargo la creación de una nueva oficina no ayuda a la lucha contra la corrupción. Más bien la confunde. Los órganos que luchan contra este flagelo suelen ser colectivos, constitucionales y autónomos. No como la ONA, cuya jefa, la señora Carolina Lizárraga es una funcionaria pública que depende, jerárquica y funcionalmente, del señor Jorge del Castillo.
No dudo de la veracidad que pueden tener las palabras de algunos promotores de la señora Lizárraga. Pero más que los pergaminos me interesa el plano ético. Si en verdad se quisiera luchar contra la corrupción, y sabiendo la imagen que tiene el Poder Judicial, bien habría hecho la ex jueza en quedarse a colaborar desde su puesto más aún sabiendo que es independiente del Poder Ejecutivo.
Por sus hechos los conoceréis dice la Biblia. Dime con quién andas y te diré quién eres, dice la sabiduría popular. Todo huele a distracción.
Y es conmovedor que los mismos que felicitaron la designación de empresarios al frente del FORSUR hoy, con igual ingenuidad, poca reflexión y mucha emoción, feliciten la creación de la nueva Oficina Anticorrupción. Si hace quince años habrían existido los blogs de hecho estos señores igual hubieran felicitado a Fujimori, por la tecnocracia, el empresariado y la creación de la Comisión de Fiscalización.