Ojalá que a García no se le ocurra condecorar a la selección de futbol que hoy en la tarde empató contra Brasil. Aquí por Monterrico, Surco, algunos bocinazos y gritos de los muchachos demuestran alegría por el resultado. Es el síndrome del Mal menor. Como esperábamos lo peor contra el scratch brasileño(ese conjunto de superdeportistas cuyo valor contractual es de miles de millones de soles) nos sentimos alegres por haber empatado, por un penoso resultado.
El síndrome del Mal Menor nos está acostumbrando a la mediocridad, a tolerar lo promedio, a perdonar lo malo, a subsidiar lo regular. Así es, veamos el porqué:
Tenemos un gobierno a todas luces mediocre pero lo toleramos: si ganaba el otro podría haber sido peor.
Tenemos un gabinete que demuestra ineptitud pero lo aceptamos: el del otro pudo ser aún peor.
Tenemos un Congreso que no da la talla, que ha hecho del insulto una opción pero lo aguantamos: pensamos que pudo ser peor.
Tenemos una selección desordenada pero pundonorosa, técnicamente de bajo nivel que se alegra con el empate ante Brasil porque pensábamos que pudo ser peor.
Así estamos en el Perú. Toleramos lo incorrecto porque estamos afectados por el síndrome del Mal Menor.