martes, 20 de noviembre de 2007

¿Esto es política?

Discapacitado mental, le dice Isaac Mekler a Aurelio Pastor. Desfalcador y expulsado de la comunidad judía le responde este último en el programa Cabina Abierta de Enrique Castillo. Ingresa en la cabina Isaac Mekler. Se sorprende Aurelio Pastor. Se solazan los periodistas. El enfrentamiento está garantizado. Intercambian agravios. Se lanzan amenazas. Deslizan insultos. Desnudan intimidades. Mekler menciona a Dionisio Romero. Pastor no responde. Pastor menciona a la beneficiencia judía. Mekler no se alude. Los periodistas filman y toman notas. Hay escándalo dicen. No, es noticia, corrigen. Esto es el Perú Político y el Perú Mediático de los tiempos de Alan García. El día de hoy, para variar, congresistas del APRA y del Nacionalismo han protagonizado un nuevo escándalo, motivado, fundamentalmente por la escalada de insultos y agravios que ambas agrupaciones vienen intercambiando desde hace algunos días. Simboliza, desde mi punto de vista, la devaluación de la Política que ha caído en manos de pseudas agrupaciones políticas incapaces de conformar, en nuestro país, un verdadero sistema de partidos. Aquí incluyo a todas las agrupaciones (no se les puede llamar partidos) de mi país, incluyendo, obviamente Perú Posible. En todas ellas, no hay excepciones, no hay meritocracia ni respeto a la democracia interna. La Ley de Partidos Políticos privilegia a los outsiders al interior de las propias agrupaciones y ello quiebra, desde la base, el mismo principio de representatividad. Al Congreso llegan los que más dinero gastan en las campañas y no los dirigentes que hacen una auténtica acción político-partidaria. ¿El resultado? espectáculos como el de esta mañana que grafican el pequeñísimo tamaño de nuestra política, escrita con p minúscula. ¿Algo se puede hacer? Sí. En primer lugar activar las acciones que lleven cada vez a más jóvenes a hacer política en sus respectivos lugares de desenvolvimiento, llámese universidades, institutos, organismos de la sociedad civil. En segundo lugar fomentar, a través del debate y de la formación de opinión, una real modificación constitucional que quite privilegios innecesarios a tantos parlamentarios que ven en la curul no un lugar de representación popular sino un cómodo puesto con estabilidad laboral. En ello debe jugar papel importante la rendición de cuentas, hasta para aquellos que estando mudos (as) no hacen nada, pues como congresistas son, por ejemplo, buenos locutores o buenas voleibolistas. Nuestro país no se merece un espectáculo de insultos que se inicia en las penosas expresiones del más elevado funcionario de la Nación el señor Alan García o de su coordinador Jorge del Castillo. Personajes (no personalidades), dicho sea de paso, que ya, en su primer gobierno, devaluaron a niveles ínfimos el nivel de la política.