Hoy juegan, por las eliminatorias al Mundial de Fútbol, Perú y Brasil. Mientras el "Chorrillano" Palacios sigue jugando en nuestra selección, Dunga, que antes enfrentó al "Chorri" en la cancha, hoy se encuentra en la banca, pero como entrenador.
Si algo diferencia a las dos selecciones es la renovación permanente de jugadores y un trabajo estratégico que se fundamenta en el pensamiento de largo plazo, ausente en nuestros esquemas deportivos, políticos y empresariales.
En Brasil y Argentina, el trabajo deportivo, en específico del fútbol se remonta a las divisiones inferiores. Estas gozan de partidas presupuestales que les permiten trabajar intensamente y no con entrenadores de menor nivel en el desarrollo de los niños y menores de edad. Esto les permite contar con un "stock" de capital humano deportivo que favorece la permanente renovación de los niveles superiores del deporte más popular.
En nuestro país es al contrario. No existe este pensamiento de largo plazo, en el deporte como en la política nos ahoga la coyuntura y los resultados inmediatos. Ello nos lleva a depender siempre del mismo grupo de personas en una suerte de caudillismo deportivo que resume todos nuestros males. Al igual que en la política seguimos dependiendo de la generación que en los últimos quince no ha logrado nada salvo aparecer en los titulares periodísticos bebiendo alcohol, departiendo con vedettes o protagonizando algún otro escándalo de bajo nivel.
No me interesa el resultado de esta tarde contra Brasil. Me interesa que de una vez por todas se empiece a pensar en la necesidad de establecer políticas públicas deportivas que prioricen los esfuerzos de largo plazo que son los únicos que han generado triunfos para nuestro país.
Los esfuerzos y triunfos individuales de Sofía Mulanovich, Edith Noeding, Fernando Acevedo, Edwin Vásquez, los hermanos Abugattás, los Bulós, fueron porque empezaron de niños apoyados por sus padres o sus profesores.
Los mejores tiempos del basquet en los 60 y 70 y del voléibol en los 70 y 80 fueron resultado del trabajo de dirigentes inteligentes que iniciaron el trabajo con niños, desde el Colegio y la Federación y tratando de conservar el mismo equipo de directores técnicos. Akira Kato y Man Bok Park en conjunto estruvieron al frente de la selección de voley casi 20 años.
Ello nos permitió ganar varios sudamericanos, panamericanos, mundiales juveniles y obtener la medalla de plata en las Olimpiadas.
La generación prodigiosa que nos llevó al Mundial de México 70 estuvo compuesta por jóvenes de 20 ó 21 años como Teófilo Cubillas, Hugo Sotil o Roberto Challe. Esta generación prodigiosa duró hasta 1982, último año en que fuimos a un mundial, se fundamentó en el trabajo con niños que con los famosos interescolares o Interbarrios de fútbol, como el del desaparecido diario La Prensa, llenaban de deporte los tiempos libres de los niños y los alejaban del pandillaje y las drogas.
El gran daño de nuestros tiempos es la ausencia del pensamiento de largo plazo. Nos ahoga la coyuntura y el día a día.
El peso del partido de hoy contra el Brasil estará en los más jóvenes, que de haber estado trabajando juntos hace tiempo lograrían, de hecho, mejores resultados.