martes, 18 de diciembre de 2007

¿Hay clase empresarial en el Perú? Respecto al cártel chileno de supermercados

¿Qué habría sucedido si un grupo como el Romero o Brescia le daba soporte financiero a Wong para consolidar la posición del supermercado peruano frente a los chilenos? ¿Qué habría pasado si los mineros, que están ganando miles de millones por las sobreganancias, habrían apostado por apoyar financieramente a Wong? Si eso se hubiera hecho Wong no habría sido vendido, se habría consolidado como grupo peruano y los chilenos no habrían consolidado su hegemonía en las tiendas de autoservicios en el país.
Pero nada de eso sucedió. A los empresarios peruanos no les interesa, a diferencia de los chilenos, conformar bloques finaciero-empresariales que acometan juntos nuevos desafíos. Por eso es que los chilenos avanzan. Todo nuestro crecimiento económico de Trujillo y Chiclayo se lo están devorando los chilenos y es una gran mentira, repito, una gran mentira, asegurar que los productos peruanos van a salir al exterior vía empresas chilenas.
Los chilenos no desean nuestro desarrollo. No les interesa. Se aprovechan de nuestra debilidad y de la falta de nivel de nuestra clase política, para consolidar una posición de dominio económico en nuestro país.
En la actualidad lo que hay es un oligopolio en el sector retail, de mercados. Es un conjunto de empresas chilenas que se pueden poner de acuerdo para hacer lo que deseen con nuestro mercado. Saben que en el país la falta de interés nacional hace que sea fácil comprar opinión en los medios e inducir a través de los lobbies legislación en los políticos.
Es urgente que una nueva clase política surja y rescate a nuestro país de los intereses económicos chilenos.
Un ejemplo concreto. En la China un grupo económico de informática no tenía respaldo financiero para competir con Siemens, Motorola, Alcatel. ¿Acaso se lo vendieron? No, el estado chino pidió a los bancos chinos que los ayudaran, a tasas preferenciales. Por eso crece China, por el apoyo A SUS PROPIOS EMPRESARIOS. Lean la noticia a continuación, aparecida en Milenio de México:

El grupo chino Huawei quiere conquistar el mundo

Uno se imaginaría estar en el campus de un grupo de alta tecnología californiano. Las fábricas resultan invisibles.
15-Diciembre-07

Uno se imaginaría estar en el campus de un grupo de alta tecnología californiano. Las fábricas resultan invisibles. Sobre decenas de hectáreas, entre planos de agua y un césped impecable, se alinean los fastuosos edificios de investigación y desarrollo (R&D), un centro de vigilancia informática concebido por el despacho de arquitectos estadunidenses RTKL...

Bienvenidos a la sede del centro de equipamiento de telecomunicaciones chinos Huawei. Nos encontramos en Shenzhen, inmensa cuidad nueva de la provincia meridional de Guangdong, más conocida por sus manufacturas gigantes y su zona económica especial (abierta a los capitales extranjeros desde 1980).

Huawei, empresa privada controlada totalmente por sus asalariados —según su vocero—, es un ejemplo excepcional. Este estandarte de la tecnología china, fundado en 1988 por Ren Zheng Fei, un oficial superior del ejército chino, es hoy el reto más exitoso entre los líderes del sector, el francés Alcatel-Lucent, el estadunidense Motorola o el sueco Ericsson.

Y con razón. Desde un punto de vista técnico, Huawei no tiene nada que envidiarles. Cerca de la mitad de sus 63 mil asalariados trabajan en la R&D, en Shenzhen, pero también en Suecia, en India o en California, donde el grupo abrió filiales. En la telefonía celular de alto rendimiento (sucedáneo al GSM), sus productos son considerados como los más avanzados en relación con el resto de la industria. Solamente 7 por ciento de sus efectivos estarían empleados en la producción de terminales telefónicas: el ensamblaje de los productos está subcontratado en su totalidad.

Huawei se beneficia del costo aún débil de la mano de obra calificada china para lograr precios agresivos. Para
seguir en la carrera, sus competidores deben sacrificar sus márgenes de ganancia. Esta guerra de precios explica en parte las dificultades de Alcatel-Lucent y de Ericsson.

Huawei inició como un simple distribuidor en China de material de telecomunicaciones. A partir de 1992 comercializa sus propios productos. Una parte de la tecnología fue adquirida gracias a su sociedad con los grupos occidentales deseosos de implantarse en China (Motorola, Siemens, 3Com...). A finales de 1990, sus ventas despegaron, con el éxito del celular en China, que cuenta actualmente con 450 millones de usuarios. En el ámbito internacional, Huawei ganó su credibilidad en 2005, firmando un contrato con el operador British Telecom.

En los mercados históricos de sus grandes competidores, Huawei sigue siendo sin embargo un proveedor de segundo rango. Para France Télécom, cliente histórico de Alcatel-Lucent, vende los equipos para las redes en Bélgica, Rumania y Polonia. En Estados Unidos es todavía inexistente.

Pero Huawei espera llegar hasta ahí. A la manera de un Lenovo en informática o de un Haier en electrodomésticos, él es parte de esos grupos chinos que, lejos de contentarse con su enorme mercado interior, quiere conquistar el resto del mundo. “Hemos puesto pie en Europa. La próxima etapa es Estados Unidos. Debemos globalizarnos y crecer, si no, desapareceremos”, advierte Zhijun Xu, su director de mercado.

Impulso oficial
Para alcanzar sus fines, el grupo puede contar con Pekín. “El poder político controla una buena parte del financiamiento del sector privado”, estima el consultor George Gu, con base en Shenzhen. “El grupo está probablemente endeudado, pero esto no tiene realmente importancia. Dispone de un presupuesto casi ilimitado para desarrollarse. Los bancos están listos a prestarle dinero, bajo el impulso del gobierno. Este último quiere que Huawei se convierta en un gigante de las telecomunicaciones tan poderoso como sus competidores occidentales”, afirma Henri Bong, de la Misión Económica de Cantón.

Para superar los reflejos proteccionistas que puede suscitar su agresividad comercial, el grupo ha adoptado los códigos de las empresas occidentales. Llama a los mismos consultores para el ámbito informático o para la gestión de su cadena logística (Mercer, IBM). También adopta sus métodos de administración, con la distribución de acciones para sus asalariados sobre la base de sus resultados. “La atmósfera es muy competitiva en Huawei. Pero ahí es posible progresar rápidamente y partir al extranjero. Es uno de los empleadores más atrayentes en China para los jóvenes diplomados, con Google y China Telecom”, dice una joven asalariada de la empresa en Shenzhen.

Huawei aún no está listo aún, como sus grandes competidores, a llegar hasta el final en su transparencia ni a cotizar en Bolsa. Sus métodos siguen siendo “relativamente opacos”, subraya una nota reciente de la Misión Económica de Cantón. Su informe anual es auditado por el despacho KPMG pero divulga muy pocas cifras. “Nuestros clientes nos tienen confianza, con eso es más que suficiente”, dice Xu.