No me refiero a la cárcel, por ahora. Es otro tema. Alan García prometió durante su campaña eliminar a los prefectos y subprefectos, que son menos, sin indicar que iba a mantener a los gobernadores y tenientes gobernadores, que son más. De esta manera aseguraba que se iba a ahorrar grandes recursos para el Estado, recursos los cuales se utilizarían en obras de bienestar social.
El gobierno más mentiroso de nuestra historia no cumplió. Mantiene la estructura de prefectos y subprefectos y pobló de militantes apristas al sistema de gobernadores y tenientes gobernadores, estructura política que en algunos caseríos y poblados es la única autoridad y símbolo de presencia del Estado.
Lo mismo hicieron, años antes, Fujimori y Montesinos para garantizar la reelección. Dieron órdenes a Absalón Vásquez que estructurara con militantes asalariados en algunos casos, convencidos en otros o forzados si era necesario, el sistema político de gobernadores y tenientes gobernadores para movilizar a las poblaciones en favor de la reelección de Alberto Fujimori. Primero se nombraba a los gobernadores y luego llegaban las dádivas, los regalos y las fuerzas armadas con almanaques. Sólo hay una diferencia con esa etapa: la poca prensa de verdad que existía denunciaba. Hoy, con solitarias excepciones, callan, sabe Dios por qué razones.
No puede pasar desapercibido el uso de dineros públicos y programas sociales en pro de elevar la popularidad del presidente, mejorar la imagen del partido de gobierno y garantizar la continuidad de un equipo de gobierno con graves indicios de corrupción y notoria incompetencia.
Desde el anuncio de García el país puede tomar nota que estamos viviendo otra oportunidad perdida. Ya no habrá reformas. Se insistirá en los programas de coyuntura para comprar votos y simpatías. Ya al final de su primer gobierno, Alan García, sin ningún escrúpulo, siguió la misma estrategia para garantizar un alto porcentaje de votos cautivos que le garantice una numerosa bancada que luego lo proteja de los múltiples cargos de corrupción que proliferaron apenas abandonó Palacio de Gobierno.
En estos días se repite la historia. El presidente "que ha cambiado" moviliza recursos públicos con el silencio cómplice de los medios, para asegurar la nueva elección de un grupo sin capacidad y con claros indicios de alta corrupción.
domingo, 10 de febrero de 2008
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