Para nadie es un secreto que la política se hace conversando. El diálogo político es herramienta de los acuerdos, de los compromisos. Por eso debe preocuparnos la terrible situación por la que atraviesa el Congreso de la República. En los últimos días hemos escuchado a diversos congresistas de distintas bancadas señalar que el clima que se vive en el Congreso es insoportable. Todos dudan de todos, se teme que a uno lo estén grabando o fotografiando. La confianza está destruída. Se habla con gran facilidad de interceptaciones telefónicas y asaltos informáticos. Hay una sensación permanente de chisme y persecución. Jamás se ha visto esto, ni en los peores tiempos del fujimorato. Esta es la situación a la que se ha llevado al Congreso en los tiempos del APRA con García en el poder.
Ante la ola de denuncias contra Unidad Nacional, como bien han señalado distintos analistas, sin cuestionar el papel de la prensa, es obvio que alguien les ha facilitado la investigación. Ese alguien se ha tenido que valer de recursos burocráticos llamados servidores parlamentarios. Esos servidores parlamentarios tienen como cabeza al Oficial Mayor José Cevasco que tendría mucho que explicar. Sin embargo este individuo no es investigado. En cualquier otra circunstancia, por más protección mediática que tengan producto de las supuestas y continuas filtraciones, el personal que tiene acceso a información privilegiada tendría que ser investigado. Pero estos congresistas no lo hacen. Menos aún esta mal llamada oposición. Exigen respeto de terceros pero ellos no se hacen respetar a sí mismos. Deberían hacerlo no sólo porque este problema no puede quedar en simples pataletas a puerta cerrada sino por el tremendo daño que se le ha hecho a una institución que hoy no genera respetabilidad y menos aún confianza.
Nunca como en estos días del APRA en la presidencia del Congreso, ha habido tanta manipulación y tan poca transparencia. Sin ningún cuestionamiento se exhibe luego de los escandaletes la relación de los funcionarios de confianza. La primera pregunta es ¿Por qué no se exhibió hace cinco meses cuando se dijo que miembros del Comando Rodrigo Franco trabajaban como asesores de la célula parlamentaria aprista? La segunda pregunta es ¿Por qué no se exhibe la nómina del personal de planta del Congreso? Es necesario saber su fecha de ingreso y cuánto ganan. No vaya a ser que se haya despedido, en aras de la austeridad, a centenas de personas y en su lugar se haya colocado a “compañeritos apristas” con lo cual se estaría engañando –una vez más- a la ingenua ciudadanía. La tercera pregunta es ¿Por qué la prensa, autotitulada “el mensajero”, se dedica a escarbar a la oposición? ¿Porqué no cumple su rol fiscalizador con quiénes manejan los fondos públicos? ¿No será que los fondos secretos del SIN están volviéndose a utilizar para satisfacer la hambruna crematística de corruptos “formadores de opinión? Todo esto hay que aclarar si es que no queremos que se vuelva a destruir al país.
Durante decenas de años para cubrir el complejo de no llegar a la presidencia del país el APRA llenó su discurso llamando al Congreso el "primer poder del Estado".Hoy la credibilidad y el respeto que genera el Congreso es tan poca que podemos asegurar que gracias también al APRA este concepto se ha devaluado.
Juan Sheput
política Juan Sheput
Mercedes Cabanillas APRA
Alan García