viernes, 22 de junio de 2007

La humillación pública de funcionarios

De nada le valió a Juan José Marthans ser un funcionario competente y correcto y que la Superintendencia de Banca y Seguros sea calificada como la mejor de Latinoamérica. Fue expulsado de la misma cuando se opuso al capricho gubernamental de dar permiso de operación en el país al cuestionadísimo Banco Azteca de México. Igualmente de nada les valió a los funcionarios de PROINVERSIÓN y OSITRAN actuar con competencia y correción, ilusamente pensaron que esa, la de la competencia,era una variable valiosa para el respaldo oficial. Creyeron, con gran ingenuidad, que una sonrisa en Palacio, un estrechón de manos en público y un buen trabajo en el despacho eran generadores de empleabilidad. De hecho confundieron los actores. En este gobierno no existe la forma elegante de manifestar discretamente malestar, el presidente García se deleita humillando públicamente a los funcionarios. Ante la imposibilidad legal de despedir y a sabiendas que la ley, casualmente para evitar disparates, impide el despido por "pérdida de confianza" el presidente acude al recurso demagógico de desviar responsabilidades apelando al modelo político de la "pérdida de confianza" para forzar renuncias que no corresponden. El presidente sigue atacando personas. No sabe o no se da cuenta que el problema es el sistema. Es consciente que tiene que poner, si desea hacer lo que le venga en gana, funcionarios temerosos y complascientes, como los hay en la actualidad al frente de FONAFE, SUNAT, SBS, Banco de la Nación, directorio del BCR, y ahora de seguro PROINVERSIÓN y organismos reguladores. El presidente no ha cambiado. Sigue pensando que el desarrollo económico se sustenta en el mercantilismo más puro representado por 12 apóstoles es decir el lobby empresarial. Confiado en que el futuro depende de él y nada más que de él, debilita aún más a las instituciones, maltrata a funcionarios correctos y competentes, contribuye al caos y a la corrupción con la rebaja de sueldos y salarios y plantea políticas públicas completamente innecesarias que sólo sirven para justificar grandes adquisiciones y por qué no decirlo, grandes negocios. Todo esto forma parte del manual de Estilo del APRA en el poder. Cuando notamos que las exportaciones están decreciendo en volúmenes, que no se notan por sus altos precios (principal elemento del autoengaño), cuando asistimos a la incompetencia cotidiana del aparato público saturado de apristas y cuando escuchamos los gritos de arreo del presidente, todo esto nos deja una sensación preocupante de Deja Vú. Porque pareciera que todo esto ya lo hemos vivido. El presidente se comporta como un destructor de la carrera pública y de las instituciones. Se siente muy poderoso basado en una serie de elementos que el no fomentó que le dan la cobija para hacer lo que le plazca. Podría asegurarse que hasta se siente orgulloso de conducir al país como si fuera una república bananera. Porque esta es la principal demostración que el Dr. García no ha cambiado, el comportarse con orgullo inapropiado cuando en paralelo se destruye al país. Ya en su primer gobierno Perú creció el primer año 8 % y el segundo 11% y terminamos el gobierno retrociendo a niveles de 1960. Eso es lo que no debemos olvidar. Que se están repitiendo antiguas y conocidas acciones. Desde la preparación de archivos para atacar periodistas y opositores, hasta cambiar las reglas de juego al antojo, cuando no digitando cierto sector del Poder Judicial o copando o desapareciendo instituciones como el Tribunal Constitucional. Allá los que no quieren ver estas evidencias. Por ahora estamos asistiendo a un maltrato sistemático de personal competente que de hecho se va a alejar de la carrera pública. Pero esto no preocupa a García pues ya tiene su plan de contingencia:al mejor estilo fujimontesinista, ante la ausencia de cuadros siempre habrá un empresario mercantilista dispuesto a servir y servirse del poder.