miércoles, 13 de junio de 2007

¿Un Tribunal Constitucional a la medida?


Hay que tener mucho cuidado con la reciente elección de magistrados al Tribunal Constitucional. No sólo porque se ha hecho con absoluta falta de transparencia y de respeto a la ciudadanía, sino porque podríamos reeditar funestos hechos de manipulación que se dieron entre los años de 1988 y 1992. En efecto, en esos años era comentario común en corrillos periodísticos que el saliente Presidente Alan García había empezado el proceso de cubrirse las espaldas nombrando en el Tribunal Constitucional a una serie de personajes totalmente vinculados al Partido Aprista, entre ellos el Dr. Jorge León Seminario quien lo presidió en esos años y el Dr. Efraín Espinoza Cruzado. Fueron años en que los fallos constitucionales eran polémicos porque se hacían a gusto de Palacio de Gobierno. Eran años en que el Tribunal Constitucional se puso a las órdenes del Poder Ejecutivo. Posteriormente, ya a la salida de García, el mismo conjunto de magistrados se dedicó a declarar inconstitucional cuanta reforma querían hacer el Ejecutivo y el Congreso de los inicios democráticos de Fujimori, siendo sus fallos parcializados y manipulados por el aprismo congresal que lo usó como factor de poder, dándole con dicho comportamiento uno de los pretextos a Fujimori para el autogolpe del 5 de abril de 1992.
Por ello, por esos antecedentes de manipulación del aprismo es que hay que estar atentos. Más aún luego de la "invocación" del presidente García. Nuestro país, por obra y gracia del interés político no puede convertirse en una república bananera donde no se respete la independencia de poderes. Un Tribunal Constitucional manipulado puede convertirse en nefasto para la salud cívica del país. Puede darle caracter de constitucional a casos a todas luces ilegales y puede dar por cerrados casos que tienen y deben seguir abiertos y procesándose. Por todo eso es lamentable la forma como se ha elegido el actual cuarteto de magistrados al Tribunal Constitucional: sin transparencia, por consigna, no los mejores sino los que convienen, por intercambio, sin saber de sus trayectorias ni pergaminos. Y si han sido elegidos gracias al favor político pues entonces se deben al poder político. Por eso es que este cuarteto nace con dudas, de repente hasta desprestigiado, sin autoridad jurídica ni el prestigio que acompaña a la elección limpia. Esperamos equivocarnos. Pero de todas maneras hay que estar atentos a su comportamiento para que la ciudadanía levante su voz de protesta de ser necesario. Más aún cuando tenemos una prensa que dedica titulares al desalojo de Santa Anita y no se escandaliza de una elección que pudiendo ser legal ha sido totalmente irregular.