En nuestro país, ante la tragedia, siempre se ha visto ayudas episódicas. Luego todo vuelve al estado de exclusión "normal". Por ello pienso que tal vez la mejor forma de ayudar a nuestros hermanos de Ayacucho, Huancavelica, Apurímac e Ica es colocando la desgracia sucedida en el lugar importante que merece pero sin que esto signifique que paralicemos al país.
Un gobierno no puede dedicar todos sus esfuerzos en función de un sólo grupo de ciudadanos. Hay que darles la ayuda y el soporte necesario, económico, anímico y asistencial pero no convertir a todo el Perú en un conjunto de damnificados.
Planteo esto porque es obvio que el presidente García y su premier Del Castillo están haciendo lo que esté a su alcance para mantener el tema del terremoto en la agenda mediática. Claro que va a estar allí, la situación de gravedad lo amerita y lo ameritará. Pero en la marcha de un país siempre habrá problemas y tragedias que superar y eso no debe desviar los esfuerzos que debemos hacer todos para mantener el crecimiento económico, construyendo desarrollo -que por lo visto en las poblaciones afectadas no hay- y haciendo de nuestro país uno más inclusivo.
Las ayudas episódicas, que nacen de la emoción, no dejan de ser muestras de solidaridad. Pero ¿cuánta gente se conmueve con los niños que trabajan día a día, con el racismo imperante en nuestra sociedad, con las reglas sociales de las playas de Asia, con la disminución de espacios públicos para los que menos tienen?.
En muy poco tiempo, sólo en Lima, se han perdido varios espacios públicos. El parque hermoso de La Reserva convertido en espacio cerrado con ridículas piletas; la línea costera de Barranco invadida de bodoques de cemento mal llamado restaurantes, son algunos de ellos. Todos los días hay damnificados sociales en nuestro país y nadie dice nada.
¿Quién o quiénes se preocupan de las comunidades campesinas que ven el enriquecimiento de otros a costa de las minas que extraen minerales de sus territorios? ¿Qué ha hecho este gobierno y los anteriores -todos débiles ante los poderosos grupos de interés- para exigir, no pedir, un respeto total al medio ambiente a las empresas mineras? ¿ Qué plantea la Política para mejorar la situación de nuestros hermanos que viven un terremoto de indiferencia los 365 días del año?.
Ahora leo en los diarios que gran parte del Estado está paralizado. La Ministra de Trabajo Susana Pinilla indica que en el ministerio no se laborará sino hasta inicios de septiembre, como si no estuviéramos en una época en que la virtualidad y las tecnologías de la información ayudarían a restablecer el servicio inmediato. En pleno siglo XXI se depende de un edificio. Igual el Congreso de la República. Igual algunas cortes del país.
Los ministros, en forma desordenada cual si estuvieran en competencia, anuncian individualmente y sin visión de conjunto, paliativos de mejora para los damnificados. Todos los otros temas han salido de la agenda, en lugar de compartirla, pues el país tiene que seguir andando. El terremoto está siendo utilizado, miserablemente, como el sustituto del psicosocial en que consistió el Pacto Social.
En tanto siguen los desastres en las vías de transportes, que son ignorados por la prensa y por ende la sociedad. En tanto sigue la desesperación por la falta total de seguridad ciudadana en todo el ámbito nacional. En tanto sigue la depredación del Mar de Grau por una flota que quema y convierte en harina todo lo que encuentra. En tanto sigue el proyecto criticado de darle energía, con nuestro gas, a Chile en lugar de potenciar la macro región Sur. En tanto sigue la corrupción incrementándose sin una eficiente fiscalización. En tanto se ha postergado el debate del sueldo mínimo y así muchos asuntos más.
¿Y ante ello que hace la política opositora? pues nada. Marchan al son del baile que el oficialismo les impone. Tienen un comportamiento tan penoso que no enfrentan con decisión el absurdo psicosocial oficialista de las etiquetas con los rostros de Humala y Chávez, salido en un diario punta de lanza de intereses económicos muy ligado al oficialismo.
Siendo necesario ayudar a nuestros compatriotas que hoy sufren, también hay otros asuntos que deben continuar.
El Perú no puede ser menos que un circo, pues sabemos que en estos, ante la desgracia la orden es que la función debe continuar.
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