Haber nacido en los 90 tiene sus ventajas. No haber sufrido el primer gobierno de García es una de ellas.
A diferencia de los nacidos a mediados de los 80, la Sub 22, nuestros jóvenes deportistas de 17 años no tuvieron que padecer la falta de leche, carne y fideos; los continuos apagones; el terrorismo inclemente; los cortes de agua y la hiperinflación que llevó a la bancarrota a más de una familia. Tuvieron en lo referente a satisfacción de necesidades y comodidades, una niñez más estable.
Nuestros deportistas de la Sub 17 se enfrentaron a otro tipo de fenómenos sociales, cuyos efectos se ven en el largo plazo. Crecieron en una sociedad cada vez menos inclusiva, práctica, con intereses muchas veces egoístas, con gobernantes que no sólo despreciaron las instituciones sino intentaron destruirlas.
Gracias a los medios de comunicación comprados, crecieron al margen de la política. Los jóvenes contribuyeron, con su alejamiento del quehacer público, a la permanencia de una generación que nos viene gobernando desde 1985.
Ortega y Gasset indica que una generación abarca un periodo de 15 a 20 años. Siendo así desde el año 1985 nos viene gobernando la generación de Alan García.
Alejandro Toledo y Alberto Fujimori están en ese rango etáreo. No hay diferencia entre ellos de más de 20 años de edad.
Esta generación no ha podido cumplir con las exigencias como nación de hacer de nuestra economía sustentable, de marchar al desarrollo con inclusión. En estos últimos 25 años hemos visto más bien el declive de la política en manos de intereses económicos y medios de comunicación.
Claro que la generación que viene no guarda garantías, en su totalidad, que las cosas marchen mejor. Hay ciudadanos notables y sujetos que han hecho de la política una práctica vil. Individuos como Alex Kouri o Rafael Rey así lo demuestran. Pero en todo caso se debe pensar ya en un cambio generacional con una participación más activa de los jóvenes en el quehacer político. Y esto no se logra con una Ley. Esa es una actitud engañosa, propia de abogados. Se logra de una manera más compleja que por el momento no vamos a analizar.
La renovación generacional se está dando en diversas esferas menos en la Política. El fútbol, el deporte en general, la actividad privada, los organismos no gubernamentales, algunos medios de comunicación se están revitalizando con la participación juvenil. Esperemos que esta también llegue a la acción pública. La política requiere de gente curiosa, con ganas de educarse y aprender, con actitud y temperamento, capaz de enfrentar cursos de acción que considere incorrectos, consciente de la necesidad de defender el interés nacional antes que el particular.
La actual generación, que nos gobierna desde hace 20 años ya demostró sus habilidades y limitaciones. Se requiere el cambio generacional.
Finalmente, volviendo al fútbol, tampoco cantemos victoria antes de tiempo. No contaminemos con actitudes de generaciones pasadas comportamientos del presente. Nuestros jóvenes deportistas de la Sub 17 aún no cantan victoria. Saben que han cumplido una meta, pero no han ganado ningún objetivo.
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