Del Castillo pide cárcel para los que lo abuchearon en Pisco

Pisco reaccionó con dignidad ante utilización política del gobierno. Pretender aprovecharse del drama ajeno para ir a desfilar por el "desembarco de San Martín" en Pisco ya no tiene nombre. De allí la reacción indignada de cientos de pobladores para quiénes hasta ahora no llega la ayuda. Cientos de pobladores que se quejan casi diariamente del abandono en que se encuentran por el gobierno central.
Los abucheos no son manipulados como pretende decir el premier Jorge del Castillo. Este gobierno cree que puede pasarse los cuatro años mintiéndole a la gente. Es el gobierno derechista de las apariencias, de los gestos mediáticos y punto. Pero no es sólido en nada.
Claro que esto puede pasar en nuestro país donde la generalidad y la superficialidad han desplazado a la reflexión y a la duda en el análisis.
Ya antes se ha denunciado en este blog la forma desesperada como pobladores iqueños llaman a diversas emisoras clamando por ayuda y denunciando al gobierno. Ante este clamor los conductores radiales no dicen nada, convirtiéndose en cómplices de una incapacidad soberbia, que es de las peores.
Los abucheos recibidos por Jorge del Castillo y Alan Wagner son tan sólo la punta del iceberg. Sería bueno que DATUM tome la encuesta de popularidad presidencial en Ica para que se de una sorpresa de sus optimistas resultados.
Hace dos semanas con gran prensa y fotos se anunció el recojo de escombros por parte del Ministerio de Trabajo. A la fecha los escombros siguen en las calles. Y mientras la gente pide agua, medicinas y comida, los forsunianos funcionarios piensan en superautopistas con parada en las playas de Asia y comilonas en el Piloto y en mega puertos.
Lo que se necesita es ayuda médica, agua, colegios, casas módicas. Y en nada de eso se está pensando.
Y como para ponerle el cerezo a la torta Perú 21 informa ahora que el premier Jorge del Castillo también amenaza con la cárcel a los que protestan y reclaman tan sólo un poco de atención. Lo mismo informa CPN Radio.
Es decir la intolerancia propia de quiénes están desconectados de la población y la realidad y se fijan tan sólo en sus intereses privados.