Javier Velásquez Quesquén del APRA; Javier Bedoya de Vivanco de Unidad Nacional; Aldo Estrada de UPP; Santiago Fujimori del grupo fujimorista y Cayo Galindo son los que votaron, en la Comisión de Constitución, por reducir, en la práctica la sanción a la congresista aprista Tula Benítez, beneficiándose por extensión Walter Menchola y Ricardo Pando, que como recordamos están envueltos en líos de contrataciones de empleados "fantasmas".
Es algo que no nos debe asombrar. Sostengo que este Congreso es el peor, en términos políticos, que hemos tenido en nuestra historia republicana.
No ha sido capaz de estructurar una mínima oposición. Trabaja intensamente en temas de muy bajo nivel o calidad, y si bien es cierto tiene menos escándalos tiene también muchas menos ideas: los proyectos de ley hasta la fecha son de poca significancia social.
Ahora se unen en defensa de la corrupción. Es una práctica usual. Ya antes se han negado a investigar a Hernán Garrido Lecca por la compra de contenidos y más recientemente a Verónica Zavala por los crímenes y negligencias en las pistas. Ni comentar la actitud con el SIS en el cual el ministro Carlos Vallejos, que brilla por su legendaria incompetencia, sacrifica a funcionarios de tercer nivel para evitar una investigación que, de hacerse con seriedad, alcanzaría a los más altos niveles del gobierno.
El APRA en ese sentido, hace de su experiencia parlamentaria su ventaja competitiva, para llevar todos los problemas a ese terreno, en donde la oposición, para fines prácticos, no existe.
¿Es una práctica sostenible en el tiempo?
Puede ser, pues genera indignación y hace mella, de a pocos, a la gobernabilidad.
¿Se corregirá la situación?
Lo dudo, el APRA se maneja muy bien en el ámbito paralmentario, más aún cuando tenemos en ejercicio a un Congreso sin figuras descollantes.
¿Qué podrá pasar?
La ciudadanía le resta de a pocos credibilidad al aprismo, pues poco a poco va mostrando su verdadero rostro el del interés particular en lugar del interés nacional. Por tanto la ruptura y el enfrentamiento vendrá de otros lugares, las regiones por ejemplo. La ciudadanía también ya se da cuenta del juego multifocal del aprismo. Meche dice A, Mauricio dice B y Alan dice C, directamente o a través de Jorge.
Se quiere quedar bien con todos y al final este gatopardismo oscurece la acción política. Es un juego repetido.
Uno de los temas que cada vez me queda más claro es que la presencia de Hildebrando Tapia en el parlamento, en lugar de Elsa Canchaya fue una movida política, que ha traído como consecuencia que el APRA tenga, en la práctica un parlamentario más: el congresista Tapia. La defensa ardorosa que acaba de hacer de la señorita Verónica Zavala, una persona que lo mejor que podría hacer es dejar el cargo, así lo demostraría.
Con su actitud el APRA hace 17 años nos trajo a Alberto Fujimori. Los desatinos del hoy a quién nos traerá mañana.