Demostrando que estaba en lo correcto, las declaraciones de Omar Chehade respecto a la "mano negra" en el proceso de extradición de Alberto Fujimori ha generado una reacción en la política y judicatura chilena.
El show que estaba previsto para estos días ha tenido que ser postergado. Quedó claro que era imposible leer miles de miles de páginas, de folios, en unas horas y luego sacar una sentencia.
La jugada era evidente. Había que desenmascararla. Omar Chehade lo hizo.
La Corte Suprema de Chile ahora indica que pasarán algunos meses para decir su veredicto. Fueron cuestionados, políticamente, en su propio país, por senadores defensores de los derechos humanos y a quiénes averguenza que en su país se defienda a un dictador, asesino y corrupto como Alberto Kenya Fujimori.
Chile sabe que no llegará al desarrollo, como anhela, si no se comporta como las democracias occidentales más desarrolladas, con pleno respeto por los derechos humanos. Será un país con plata pero subdesarrollado.
Por otra parte a un político le corresponde variar el curso de los acontecimientos. Una figura gráfica podría ser el preso que se está fugando y le ponen los reflectores, desenmascarándolo, evitando la huída. La acción es el preso es el preso que huye. El político maneja el reflector, cambiando con su enfoque el curso de los acontecimientos.
Alan García está haciendo lo imposible para evitar la extradición de su cómplice y hermano de actitud y pasado Alberto Fujimori. Cuenta para ello con la asistencia pasiva del peor Congreso de nuestra historia, incapaz de estructurar una oposición inteligente y con poder político.
Pero no sólo el Congreso.
Cuando García dijo que no hay que politizar el tema de la extradición de Fujimori, de inmediato los medios de comunicación recogieron la orden y la difundieron, apoyando la corrupta iniciativa presidencial.
Y también la apoyó Lourdes Flores y específicamente la bancada de Unidad Nacional. Fuimos pocos, entre los que me incluyo, que aseguramos desde este sencillo blog hasta en los medios de comunicación que un proceso de extradición es tan jurídico como político. Que era necesario hacer presión política. Los medios, coordinadamente, buscaron silenciar este concepto.
De allí el mérito de Omar Chehade. Por ello nuestras felicitaciones. Que individuos sin altura moral lo acusen y busquen expectorarlo no debe preocuparle.
Hizo lo que ningún político con investidura de representante (llámese congresista) quiso hacer: llamar las cosas por su nombre.
Tuvo una actitud loable, que por sus características, están en el terreno de lo político. Que lo expulsen de este gobierno es un mérito, una suerte de condecoración moral.
Y más áun si la orden viene de Alan García y su "procurador" Moisés Tambini.
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