lunes, 17 de septiembre de 2007

¿Qué pone tan nervioso al Dr. Alan García?

La ciudadanía debería iniciar la campaña Intolerancia Cero con los responsables del gobierno. Agreden, insultan, mienten, acallan, gritan, golpean, clausuran, todo esto en catorce meses de gobierno.
El exceso de nerviosismo del presidente García, su total ausencia de cabeza fría, su búsqueda de enemigos en su propia sombra, es para preocuparnos.
El día de ayer la emprendió contra la Iglesia, contra los medios de comunicación y contra Chile. Hace poco nomás invitó al Papa a que visitara a nuestro país. Ahora acusa al Estado Vaticano de saboteador.
Hace poco felicitaba a los medios de comunicación por su cobertura del terremoto, el premier visitaba a los periodistas con los que usualmente se reúne. Luego clausuran radio Orión y amenazan a La Primera y radio Cutivalú.
Hace poco el presidente García se reunía con Michelle Bachelet, llenándola de elogios tanto a ella como a Ricardo Lagos, a quien llamó estadista sudamericano, y ahora insinúa que Chile estaría detrás de nuestro mal llamado progreso minero.
¿Por qué tantas contradicciones en tan corto tiempo?
O peor aún ¿Qué estaría demostrando esta seguidilla de contradicciones?
El día de hoy La República informa que Alan García perdió los papeles durante su visita a Pisco.
Augusto Alvarez Rodrich editorializa sobre la preocupante actitud del presidente en su columna habitual de Perú 21. Escribe sobre una destemplada reacción.
Igual sucede con César Hildebrandt quien en su muy leída columna de La Primera escribe sobre los problemas que el presidente tiene permanentemente con todo aquel que se le opone. El padre Garatea dice, en el mismo diario, que García perdió el caballo haciendo alusión a su famoso sobrenombre.
El presidente pierde la compostura con facilidad. No tiene nivel de estadista, eso es definitivo. Es un populista que actúa permanentemente, que necesita de la ausencia de crítica para sobrevivir.
Quiera Dios y el destino que sobre nuestro país no caiga una verdadera tragedia pues ahora ya sabemos que en el más alto nivel del Estado no hay un firme conductor del país.