martes, 30 de octubre de 2007

El país y el perro del hortelano

Ni come ni deja comer. Se opone por oponer....mientras no le convenga. Así se podría resumir la historia del Partido Aprista en relación a su comportamiento en el devenir de nuestro país.
Según ellos perfeccionados en el quehacer opositor, el opositor por opositor valga la pena aclarar, el APRA, a la luz de los acontecimientos actuales se ha convertido en gran enemigo de las causas sociales y en gran responsable del subdesarrollo en nuestro país.
En ese contexto hay que leer el reciente artículo escrito por el señor Alan García Pérez en el diario El Comercio, titulado "El Perro del Hortelano". El mismo es un aceptable resumen de los cambios de posición del aprismo, sobre todo del periodo bajo la conducción del señor García.
En un reflejo de su premodernidad el señor García escribe acerca de la necesaria explotación de los árboles de la Amazonía. No dice que la explotación de los mismos sólo es rentable en la informalidad e ilegalidad, ya que su lejanía de los puertos encarecen la madera a niveles impagables. Tampoco dice que en Chile la madera sí produce ganancias por su cercanía al mar y a los puertos y mucho menos escribe el señor García de la preservación de los bosques, la verdadera riqueza, la de la preservación, la del futuro y presente, la que tiene que ver con lo medioambiental.
El señor Alan García escribe que otro problema es el de la tierra, que hay que ponerla en valor ¿para quién? ¿para los amigotes? no debemos olvidar que, a través de la Ministra de Justicia María Zavala sacó del camino a la superintendenta de registros públicos señora Pilar Freitas, por negarse a avalar una operación que favorecía a un sujeto vinculado al narcotráfico, como denunciaron medios periodísticos.
El señor Alan García escribe, muy orondo, sobre los recursos mineros, comportándose como un abogado de los empresarios de minas. Ignora que hoy, en la modernidad -de la cual debería haber aprendido algo en su larga estadía en París- la explotación minera no se prioriza sobre el medio ambiente, de allí que las grandes empresas mineras busquen lugares como Perú, donde el poder político se subordina de manera fácil y barata al interés económico.
El señor García escribe acerca del mar peruano, no se si con ironía, humor o desconocimiento, hablando de nuestras riquezas ictiológicas, riquezas desaparecidas gracias a él y Rafael Rey, por la sobreexplotación y depredación del Mar de Grau. ¿Jurel y caballa? No se les ve, gracias a este gobierno y la pésima política del sector.
Escribe sobre caídas de agua cuando vemos el dramatismo del deshielo de los glaciares; de producción de electricidad a partir de energía hidraúlica, cuando tenemos gas, se escribe, en fin, por escribir.
Y en una pieza, que puede considerarse un texto que lo pinta de cuerpo entero, habla del acceso progresivo a los derechos laborales, cuando fue él, el señor Alan García Pérez, quien trató de criminal y abusiva a la reforma laboral que intentó sacar adelante el suscrito cuando fue Ministro de Trabajo y que hoy nos habría dado, luego de dos años, mayores niveles de competitividad. Ahora la defiende, de seguro sin saber en qué consiste.
Y habla y escribe del perro del hortelano. En buena hora que lo haya hecho. Ese escrito, aparecido en el Comercio del último domingo, constituirá una pieza referente de las contradicciones, marchas y contramarchas, improvisaciones y entrega al interés económico del actual gobierno que encabeza Alan García Pérez. Y sobre todo demostrará que el señor García Pérez es un típico político tradicional que carece de dotes de estadista.