El socio político de Alan García, el amigo de Vladimiro Montesinos, el copartidario de Luis Giampietri, es decir Alex Kouri, indica que las acusaciones en su contra no tienen sustento legal, sino responden a intereses políticos.
Si político es combatir a la corrupción, pues tiene razón Kouri. Pero con este gobierno no dudamos, tenemos la certeza, que la lucha contra la corrupción ha devenido en una cuestión decorativa.
La Vía Expresa del Callao tiene una partida de nacimiento corrupta y es una gigantesca estafa al país. Permitir su funcionamiento es una vergüenza y una demostración que en el Perú no existen instituciones que se hagan respetar.
Pero el caso Kouri tiene otras aristas. Una de ellas es que la falta de repulsa social es una de las fortalezas de los acusados de corrupción.
Los sujetos con indicios de corrupción son aceptados por nuestra sociedad. Pueden enseñar en las universidades, pueden hacerse socios, del Regatas por ejemplo, salen en las páginas sociales y acuden a los mejores restaurantes.
Son tratados con benevolencia por los medios, pues son grandes compradores de opinión y de prestigio. Esto último a punta de prebendas, favoritismos y "mermelada" que los hace merecedores de generosos artículos.
Así seguirá siendo en el Perú mientras la juventud, aún no contaminada, participe activamente en desenmascarar a estos sujetos hartos de tanta desfachatez y la impunidad. Esto ocurrirá cuando la juventud peruana participe también activamente en política o en organismos de la sociedad civil. Caso contrario le dejará el espacio a los leguleyos corruptos, a los sujetos que utilizan el derecho para apropiarse de bienes públicos o traficar con el erario nacional.