Karl Popper aseguraba que el principal de nuestros defectos era el ser animales de costumbres. En efecto nos acostumbramos a todo. Lo que ayer fue escándalo, si persiste, ya no llama la atención, pudiendo llegar a convivir con lo irregular.
En una semana en el sur chico han habido dos sismos de regular intensidad. Han originado que algunas casas se terminen de derrumbar y que la fragilidad psicológica de nuestros hermanos del sur se acentúe más. En medio de los escombros que la ineptitud de este gobierno no acaba de recoger, se desata el terror a las políticas de salud pública, originadas por una vacunación insensata y corrupta que ha terminado con la vida de tres inocentes y humildes ciudadanos de la región Ica.
Dos sismos que ya a nadie importan. Inclusive la ayuda episódica de la semana posterior al terremoto y la solidaridad real de muchos compatriotas se ha desvanecido. Hoy a pocos importa el destino de los chinchanos, los iqueños y pisqueños. Están literalmente abandonados por este gobierno. Más le preocupa al premier seguir en el cargo y respaldar la incompetencia de su gabinete que los muertos del sur del país y las penurias que están pasando.
La noticia de los dos sismos pasa desapercibida. Con la excepción, notable y honrosa de Perú 21, ya a los medios no interesa esta noticia.
Nos hemos acostumbrado. Ya podemos convivir con la desgracia del Sur chico del país sin que nos incomode.