En su libro "México en la frontera del caos", Andrés Oppenheimer relata la forma repugnante como los empresarios mexicanos en alianza con el gobierno, hacen y deshacen en los asuntos públicos, formándose rapidísimas riquezas, tanto en la clase empresarial como en la clase política, a partir de negocios corruptos patrocinados desde los más altos niveles del Estado.
Oppenheimer, periodista de verdad, denuncia con valentía la forma como se forjan estos negocios corruptos, muchos de ellos producto del lobbie en las mas altas esferas, los cuáles han generado que México sea tal vez el país más desigual en el orbe, allí donde conviven paradógicamente los hombres más ricos y más pobres del mundo.
Al ver los recientes casos de cabildeo y negociaciones desde los más altos niveles del Estado, pareciera que nuestro país se está convirtiendo en una burda copia del México corrupto, que ha opacado al México nacionalista, cultural y vigorosamente emprendedor.
Los serios, graves y cada vez más desvergonzados indicios de lobbie a los más altos niveles del gobierno de Alan García, nos estarían llevando a pensar en la posibilidad de una gravísima mexicanización de nuestra economía, en la cual, para hacer negocios de los grandes, basta con hablar con el presidente de la república, unos cuantos ministros con vocación por el favoritismo encubierto y tener unos cuantos de estudios de abogados sin ética que blinden legalmente el negocio.
Esta forma de conducir al Estado nos llevará a niveles de corrupción inimaginables, con el consiguiente deterioro de nuestra sociedad.
El último caso del SOAT Médico estaría en esta línea. Se quiere poner como solución un seguro que sólo beneficiará a las grandes empresas privadas, colocando a los pacientes y a los médicos como enemigos entre sí.
Esta, definitivamente NO ES UNA SOLUCIÓN, sólo un gran negocio, el cual disfrazado de benevolencia tiene como objetivo simplemente lograr que unos cuantos se sigan enriqueciendo.
Y para lograr el gran negocio, el gobierno peruano, al igual que el mexicano del PRI, también tiene aliados mediáticos, en radio, tv y prensa escrita, los cuales tienen como función buscar el lado "bueno" de las propuestas para convencer al pueblo pero que devienen, al final, en simples cómplices de la corrupción.
Ya el columnista Juan Carlos Valdivia ha denunciado este peligroso mercantilismo que cuando llega a niveles de favoritismo descarado huele a corrupción, una corrupción sobre la cual la flamante oficina nacional anticorrupción, con la ex jueza Carolina Lizárraga a la cabeza, no dice nada.