Alvaro Uribe tiene fama de tener un fuerte temperamento, típico de los "paisas" colombianos. Suelen ser personas muy tranquilas hasta que deciden tomar el toro por las astas. En ese instante suelen ser de temer, me cuentan amigos en correos electrónicos que vienen de Bogotá.
Alvaro Uribe ha emitido un comunicado donde decide retirar de cualquier negociación con las FARC a Hugo Chávez. Ha sido un duro golpe para las ansias de figuración de un personaje que, si no fuera por el dinero, no pasaría de ser un personaje pintoresco. Si bien es cierto muchas de las medidas que defienden los chavistas pueden ser discutidas y hasta aceptadas (tratos más justos con las transnacionales, inclusión social) la forma como se pregonan y tratan de imponerse colisionan con las exigencias del régimen democrático. "Necesitamos mediadores contra el terrorismo y no legitimadores del terrorismo" ha dicho, con claridad, Alvaro Uribe. No ingresa en el doble juego en que incurre, por ejemplo, el compadre del corrupto ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, es decir Alan García Pérez. Esa invocación a la inversión de Petróleos de Venezuela no es más que otra de las acciones irresponsables y demagógicas con que devalúa la política Alan García.
Pero volviendo al tema que afecta las relaciones iberoamericanas, como era de esperarse, Hugo Chávez respondió, tanto a Uribe como al Rey Juan Carlos, de manera primaria, elemental, a su estilo. Ordenó " se congelen las relaciones con Colombia y España".
Hugo Chávez insiste en seguir el camino del aislamiento continental. Ello también es peligroso. Puede buscar refugio en el radicalismo mundial y así, influenciar en la subida escandalosa de los precios de petróleo.