Es anecdótico lo que sucede con nuestro país. Tenemos ministros comentaristas, que se quejan del "sistema" cuando de lo que se trata es que hagan algo por cambiarlo. Y tenemos un presidente columnista que está muy lejos de ser un estadista.
Pero el problema mayor es otro que demuestra el nivel de fragilidad del régimen democrático cual es la forma como se plantean políticas públicas y el debate en el Perú de hoy.
El presidente García escribe en el diario El Comercio un artículo plagado de generalidades llamado "Receta para acabar con el perro del hortelano" y de inmediato se arma un debate, al cual no nos vamos a prestar, sobre las bondades y perjuicios de una serie de propuestas cuyo sino es la superficialidad.
Al debate estéril se suman los señores empresarios, los políticos, los periodistas y la sociedad civil. No toman en cuenta que en nuestro país no sólo se discute sobre generalidades sino que las mismas están fuera de contexto, no hay una visión de conjunto, no existe el pensamiento de largo plazo y el señor García no tiene ni la más remota idea de lo que es prospectiva, planificación y políticas públicas.
El mencionado artículo no es un documento ideológico como de manera cómica nos quieren influenciar los defensores de la generalidad. La columna mencionada es un canto a la demagogia y a la falta de previsión gubernamental. A través de columnas periodísticas no se dirige el destino de un país señor García sino, constitucionalmente a través del mensaje a la Nación que cada 28 de Julio usted dirige a la ciudadanía planteando el derrotero de futuro y lo que ha hecho en el año anterior. Lo lamentable para nuestro destino es que usted cambia de derrotero a cada momento, es preso del día a día y de la coyuntura. Las encuestas son su hoja de ruta. Plantea asuntos que sus funcionarios hacen en contrario. No hay objetivos claros, ni permanentes, sólo deseos, intenciones, malabares lingüisticos y temas tratados superficialmente que nada bueno hacen al país.
Si en verdad Usted quisiera conducir correctamente los destinos del Perú en primer lugar haría todo lo que esté a su alcance para que se cumplan las 31 políticas de estado del Acuerdo Nacional, tan venido a menos durante su gobierno.
Y en segundo lugar, si en verdad quisiera acabar con el perro del hortelano (nombre literario con que gracias a usted ahora se conoce al populismo y la demagogia) debería poner en marcha de inmediato el Centro de Planeamiento Estratégico conocido por sus siglas CEPLAN. Esa es la manera inteligente y correcta como los países más desarrollados han ordenado su crecimiento y distribución, a partir de un pensamiento de largo plazo, de políticas públicas ordenadas y persistentes, de una planificación integral en la que participen economistas e ingenieros fundamentalmente. No el síndrome del hortelano que demuestra para mal del país su deformación conceptual como abogado, con el respeto que con justicia se merecen los profesionales de dicho campo.
El peor enemigo del país no es el personaje literario sino la política de ficción que usted encarna a través de la falta de objetivos y el desorden que muestra en cada uno de sus pasos. Primeras piedras, promesas, todo se inicia y nada se culmina. Pantallazos mediáticos y nada de planificación. Ese es el verdadero enemigo del país.
Finalmente lo felicitamos por su renovada prosa. La misma no se parece en nada a su producción literaria anterior. Dicen que otros son los escribidores. No interesa. Igual la columna está plagada de generalidades sin sentido.