domingo, 4 de noviembre de 2007
Bogotá y el cambio climático
Siento por Bogotá un gran cariño. Es una ciudad bellísima que ha tenido la suerte de tener en los últimos años alcaldes cultos y con criterio ciudadano, que planifican y construyen en función del bienestar colectivo y no del bolsillo personal, con espacios públicos gratuitos, con teatros en funcionamiento y no abandonados a su quemada suerte, con parques sin rejas que dan alegría a niños y ancianos, en fin una ciudad ordenada, culta, con alma popular.
En la última semana Bogotá ha sufrido el embate del cambio climático. Me entero gracias al excelente blog Pospost y a varios correos de queridos amigos que residen en la capital colombiana.
Pasé el último Año Nuevo en Bogotá. Así lo decidimos Patricia y yo porque buscábamos tranquilidad. A diferencia de la caótica y desordenada Lima, Bogotá es una ciudad silenciosa y tranquila en Año Nuevo, no hay fiestas, no hay restaurantes abiertos, no hay bullicio, es la paz total. Además Bogotá había sido designada para el año 2007 Capital Mundial del Libro y un amigo nos había invitado para almorzar juntos el primer día no solo del año sino también de la designación.
Bogotá considera su invierno a la temporada comprendida entre diciembre y marzo. Está ubicada en el hemisferio norte y es lo correcto. Sin embargo el año pasado y en enero y febrero de este año hubo mucho calor, un desesperante calor.
Ahora, en estos días, en noviembre, la situación es radicalmente distinta. Una ola de frío sacude la capital. Lluvia, granizo, bajas temperaturas, castigan la ciudad. Afortunadamente hay una red de alcantarillas que han permitido el desvío de las aguas, sin embargo a pesar de ellas, algunas zonas, pocas, han colapsado. La imagen que se muestra es una zona afectada de la carrera 26 con Caracas.
Preocupante. Es el cambio climático, escriben mis amigos. Ha llegado, anotan otros. El sistema universitario, que ya tenía trabajando acciones sobre el tema, ha aligerado la gestión de proyectos que sensibilicen a la población sobre el impacto climático.
Ojalá Bogotá supere este fenómeno. Aquellos que nos sentimos "cachacos" (gentilicio popular con que se denomina al nacido en Bogotá) por adopción, y que somos muchos en América Latina, así lo deseamos.
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