Las papeletas electrónicas del SAT son un buen ejemplo de cómo una buena política se puede transformar en perversa cuando se diseña explícitamente para sacar dinero de los miles de vehículos, que sin control alguno, circulan por la capital. De allí que es justificable la campaña en su contra.
La Municipalidad de Lima ha llegado a extremos incalificables. El afán de conseguir dinero, sabe Dios para qué motivos pues no hay ninguna planificación, ha llevado al señor Luis Castañeda Lossio a aceptar que en diversas vías rápidas se coloquen topes de velocidad como 40, 50 ó 60 kilómetros por hora.
Analicemos el caso de la "vía expresa" de la Av. Javier Prado. Durante las poquísimas horas que se puede circular a relativamente alta velocidad, hay un letrero que señala un límite de 80 kilómetros por hora. Ud. va en su vehículo a esa velocidad. De repente aparece un letrero que dice 60 kilómetros por hora, y usted, ciudadano obediente, empieza a disminuir la velocidad de su vehículo, pero esta acción no se hace instantáneamente, sino de a pocos, pues el automovil se enfrenta a la inercia del mismo y también a los vehículos que lo rodean que le impiden, física y lógicamente, hacer esta maniobra. Sin embargo una maquinita del SAT ya le tomo la foto, dice que usted está en falta, y que por ir a 61, 62, 63,64 ó 65 kilómetros por hora debe pagar una multa y si no lo hace su vehículo será llevado a los depósitos de esta central de asaltos ciudadanos.
¿Dígame usted, en su sano juicio, es esta actitud correcta?
Los ciudadanos en nuestro país están desprostegidos contra los alcaldes. Se cometen a diario abusos como estos. En la esquina de su casa pueden poner un grifo de gasolina, un casino o un hostal sin que interese su bienestar ni su inversión. Se cambian los patrones urbanos sin consulta. Lima Metropolitana ha empeorado en sus enfermedades sociales y tiene, por cierto, uno de los peores ordenamientos urbanos del mundo.
En el caso del tráfico automovilístico ya el Colegio de Ingenieros del Perú ha señalado que es un crimen la forma como se pierden horas hombre con los embotellamientos limeños. La famosa Estación Central, tal y como está plnteada, no solucionará el problema del transporte más sí de algunos prósperos empresarios de vocación edil. Los millones recaudados por EMAPE no son destinados a reparar las avenidas centrales como Angamos, Petit Thouars, Venezuela, Universitaria, Arequipa, Bolívar, etcétera, etcétera, como corresponde hacer a la Municipalidad de Lima. Y esto lo ignora la gente, de allí la necesidad de abrirle los ojos para que sepan del engaño que están sufriendo por parte de las autoridades municipales limeñas.
Es digno entonces de felicitar la campaña que, casi en solitario, han iniciado en contra de las papeletas del SAT el periodista César Hildebrandt en conjunto con la Asociación de Consumidores y Usuarios ASPEC y el ilustre Colegio de Ingenieros de Lima. Ya es hora que Lima despierte de este engaño permanente promovido por el silencio mediático respecto a la penosa situación de Lima Metropolitana.
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