jueves, 15 de noviembre de 2007
Los amos de México
Para nadie es un secreto la preferencia de este gobierno por las cuentas mexicanas. México es un país en el cual la relación entre política y empresarios es muy intensa, pero no precisamente para bien del país sino para mal. La brecha entre ricos y pobres cada vez se agranda más. Sin embargo ostentan la distinción que el hombre más rico del mundo sea mexicano: Carlos Slim.
De Slim se ha criticado, que su fortuna se ha forjado gracias a prebendas, leyes a favor, monopolios, todos ellos nacidos de una buena relación con políticos "amigos".
Slim también es muy amigo de políticos peruanos, específicamente apristas. De allí lo interesante de postear el siguiente artículo aparecido en el diario El Universal de México:
"Los amos de México
En su nuevo libro el periodista aborda los niveles de influencia de 10 hombres y una mujer, empresarios, con influencia en todos los ámbitos de la vida nacional y capaces de marcar el estilo de vida de los mexicanos
En México existen más de 100 millones de habitantes, pero de este universo, 11 marcan el estilo de vida de los mexicanos en el momento de encender la televisión, hacer una llamada telefónica, fumar un cigarro, viajar, e incluso enfermarse, porque siempre están ahí las grandes empresas, las marcas de las que ellos son propietarios.
Son diez hombres y una mujer Los amos de México, once empresarios que más influyen en nuestra vida privada, “porque ya es casi imposible vivir sin toparse con ellos, lo que estamos recibiendo es el resultado de su habilidad para no tener competencia, para hacer su voluntad”, explica el periodista Jorge Zepeda Patterson.
Ellos mueven los hilos de cada día en nuestro país: Carlos Slim, Emilio Azcárraga Jean, Alberto Bailleres, Olegario Vázquez Raña, Roberto Hernández Ramírez, Lorenzo Servitje, Jorge Vergara, Lorenzo Zambrano, Alejandro Ramírez, Roberto González Barrera y María Asunción Aramburuzabala, que por fortunas heredadas o forjadores de imperios, han rebasado al gobierno mexicano y son capaces de que los políticos se subordinen a sus intereses, explica Zepeda Patterson en entrevista para EL UNIVERSAL.com.mx.
El también co-conductor de Código 2007 señala que hay enormes diferencias entre ellos, que van desde la procedencia geográfica o edades, pero sus similitudes se resumen a sus habilidades empresariales, “una gran capacidad para convertir a su favor las circunstancias del modelo mexicano, uno que favorece mucho el privilegio, el monopolio, la competencia desigual”.
Es decir, el poder de ellos ha aumentado en los últimos años porque ya no tienen ningún límite o cortapisa que los modere y han sido muy hábiles para aprovechar a su favor los privilegios, las distorsiones de nuestra economía, detalla.
Sus dominios, agrega, han ido diversificándose muchas veces en función de las circunstancias, “en las concesiones que tienen, en un mercado que se abre, siempre han estado en condiciones privilegiadas para tomar provecho de las oportunidades”.
Son, a decir del analista político, oportunistas porque la mayor parte de ellos busca estar bien ubicado con respecto a los que pueden acceder al poder más que tener una militancia específica. Pero, aclara, también existen las excepciones como el caso específico de Lorenzo Servitje, quien apoyó a candidatos panistas en 2006 o los empresarios que se acercaron a López Obrador cuando éste gobernaba el Distrito Federal.
Quizá otra semejanza es su sentido filantrópico, pero éste tampoco es gratuito, “porque hay mucha presión social por una parte; en el otro lado, las exenciones de impuestos”. Casi todo ellos, recuerda, han hecho fundaciones propias para poder canalizar filantropías para aprovechar las ventajas fiscales.
Los amos de México, el libro que compila los perfiles de estos empresarios, profundiza en la vida, la obra, la historia de sus fortunas y que ilustran todo el arcoiris, “abanico de posibilidades” de los más ricos del país, será presentado esta noche en la librería del Fondo de Cultura Económica de la colonia Condesa a las 19:00 horas."
Más sobre Los Amos de México
El libro es todo un éxito en México y ya se habla de una segunda edición.
Aquí les presentamos un excelente artículo de Alejandro Páez sobre Los Amos de México aparecido en la revista Newsweek en español.
"En México, 20 familias concentran el 10 por ciento del PIB y el 50 por ciento del mercado de valores. Según la lista Forbes, 10 empresarios nacionales forman parte de la casta de multimillonarios —con una fortuna de más de mil millones de dólares—, y por si no fuera suficiente, el hombre más rico del planeta, Carlos Slim, hizo su fortuna desde suelo azteca. Entonces, ¿por qué 40 millones de individuos viven en la pobreza? De acuerdo con los autores, algunas de las respuestas, porque son varias, pueden encontrarse en el análisis de estos personajes, los protegidos, la casta intocable, los que se han hecho al amparo de los políticos y de leyes antimonopólicas laxas.
Con autorización de la editorial, newsweek en Español presenta a continuación algunos fragmentos de las biografías de cinco de los 11 empresarios retratados en este libro que, como se advierte en su nota introductoria, no pretende lincharlos simplemente por ser millonarios, pero los expone como extremos en la desigualdad económica que acosa al país, y que es, junto con el narcotráfico, la apertura de sectores estratégicos o la consolidación de la democracia, uno de los retos más difíciles para el México del siglo XXI.
Se han seleccionado cinco perfiles emblemáticos para los lectores de newsweek. Se omite el que parece más obvio: el de Carlos Slim Helú, el hombre más rico del planeta. Se incluye, sin embargo, a su gran enemigo —según el mismo libro—: Roberto Hernández, con una carrera similar a la del dueño de Telmex e incluso su socio en el pasado; a Olegario Vázquez Raña, quien brinca del negocio en los ramos de la medicina y los muebles a los medios de comunicación; a un miembro de la casta empresarial clásica mexicana y dueño de la mayor empresa televisiva de habla hispana, Emilio Azcárraga, a la familia Ramírez, y finalmente, a Jorge Vergara, quien ha irrumpido desde la clase media, con gran estruendo, en el sector empresarial, y es un caso atípico respecto a los anteriores.
Emilio Azcárraga Jean
Las Apuestas de la Pantalla
Por JENARO VILLAMIL
A los 29 años de edad, Emilio Azcárraga Jean tuvo que dejar a un lado su pasión por los deportes acuáticos para concentrarse en el rescate del consorcio más importante de medios de comunicación en habla hispana. En marzo de 1997, el tercero en la dinastía de los Azcárraga, varón único del tercer matrimonio de Emilio, “El Tigre”, Azcárraga Milmo, heredó de su padre un enorme desafío más que el goce de una fortuna valuada en 5,400 millones de dólares por la revista Fortune.
La situación no era nada fácil para Azcárraga Jean. Televisa tenía una deuda que entonces parecía impagable: 1,480 millones de dólares, derivada en su mayoría de la compra de la participación accionaria de Rómulo O’ Farrill, de la deuda Alameda cuyos intereses crecieron en forma exponencial, de la deuda de 320 millones de dólares con su tía Laura Azcárraga y de 200 millones de dólares con los bancos, más una serie interminable de intrigas y ambiciones de parientes y ex socios de su padre; las ventas netas de televisión habían disminuido drásticamente: 17.9 por ciento entre 1994 y 1995, como resultado del “error de diciembre”; los gastos de capital también se redujeron drásticamente, de 2,168.8 millones de pesos en 1994 a 955.8 millones en 1995. Televisa terminó el año de 1996 con pérdidas netas por 598.5 millones de pesos, según el informe del consorcio ante la Securities and Exchange Commission (SEC), el organismo de Estados Unidos que regula la actividad del mercado de valores.
A la muerte del magnate, las acciones de Televisa cayeron 1.35 por ciento en un solo día.
Por si fuera poco, el principal producto de Televisa —sus contenidos audiovisuales— registraban una caída sostenida ante la audiencia mexicana. Su competidora TV Azteca, con apenas cuatro años de existencia, le quitaba audiencia a sus telenovelas, noticiarios y programas de espectáculos. La empresa IBOPE México informó que en el horario triple A, el más caro de la televisión privada, Televisa “bajó progresivamente a lo largo de 1996, de un promedio anual de participación en el mercado de aproximadamente 81 por ciento en 1995 a poco más de 74 por ciento en 1996”.
Al 31 de diciembre de 1996, la compañía que controlaba el 65 por ciento de las concesiones de televisión privada y las compañías de televisión restringida Sky y Cablevisión, poseía el 50 por ciento de la empresa satelital Panamsat y ramificaba sus intereses en la industria editorial, radiofónica y en el mercado norteamericano a través de Univisión, tenía un número total de 20,700 empleados entre la compañía y sus subsidiarias. El problema no sólo era el gran número de empleados, sino el oneroso gasto de mantener 46 vicepresidencias que, en muchos casos, no cumplían con funciones claves. Hoy tiene 16,205 empleados, después de sucesivos recortes y reestructuraciones que le permitieron eliminar salarios tan onerosos como el del médico personal de su padre y otros afectos de “El Tigre”, que sin hacer nada ganaban entre 500 mil y 1 millón de pesos.
Televisa estaba tan enferma como su dueño y artífice de la transformación en el imperio mediático de habla hispana, Emilio, El Tigre, Azcárraga Milmo. Y el elegido para enfrentar la terapia de choque, su hijo Emilio Azcárraga Jean, no tenía ni la edad, ni la experiencia ni el control accionario suficientes para revertir la situación. Poseía apenas el 10 por ciento de las acciones de la empresa, un porcentaje menor al que tenía la familia de Miguel Alemán Velasco, con 11 por ciento del total, los Burillo Azcárraga con el 16 por ciento, y los Cañedo White con el 10 por ciento.
“El Tigre” Azcárraga Milmo enfermó de gravedad a fines de 1996 y no había tomado las previsiones suficientes para pasarle a alguien la estafeta. Miguel Alemán Velasco, el segundo accionista más importante y amigo desde años atrás de “El Tigre” jugó un papel clave en este proceso de transición en el mando de la empresa.
A finales de febrero de 1997, Alemán fue a visitar a su amigo para recomendarle que tomara medidas urgentes en la sucesión. “El Tigre” quería que él se quedara al frente durante un período de transición. Él le confió que buscaba hacer una carrera política, ahora que ya nadie le diría que era su padre, el ex presidente, ni el poderoso empresario quienes apadrinaban sus aspiraciones.
Frente a esta situación Azcárraga Milmo anunció el 3 de marzo de 1997 que su hijo Emilio Azcárraga Jean sería el nuevo presidente de la compañía, pero compartiría el poder con el joven Guillermo Cañedo White, hijo de su otro amigo y compañero de la aventura en la construcción del Estadio Azteca, quien fungiría como presidente del Consejo de Administración.
Por supuesto, la transición no fue tan tersa. Las amenazas e intrigas de sus propios familiares para desplazarlo del control de Televisa fueron constantes. Los periodistas Claudia Fernández y Andrew Paxman relatan en su extraordinario libro: “Emilio Azcárraga y su Imperio Televisa”, que tras la muerte de su padre, Azcárraga Jean enfrentó varias disputas. Primero, con su primo Fernando Diez Barroso, hijo de Laura Azcárraga, que estaba decidido a cobrar los 320 millones de dólares de deuda, al tiempo que su otro primo, Alejandro Burillo Azcárraga mantenía una guerra nada soterrada con los hermanos Guillermo y José Antonio Cañedo White para desplazarlos y tomar el control de la empresa. Coyunturalmente, Azcárraga Jean y Burillo Azcárraga se aliaron para desplazar a los Cañedo y a Diez Barroso.
Este último realizó una maniobra documentada en este libro. En el restaurante Morton’s de Los Angeles, Fernando Diez Barroso se reunió con Marvin Davis, un especialista en compras apalancadas y adquisiciones hostiles. Esa misma noche, en otra mesa, cenaban Emilio Azcárraga Jean y Guillermo Cañedo White con David Evans, presidente de Sky Latin América. “Diez Barroso había sido sorprendido in fraganti”, escribieron los autores de la biografía de Azcárraga Milmo.
Si Diez Barroso se hubiera aliado con Burillo Azcárraga y con Miguel Alemán, que poseían el 14 por ciento del control de la empresa cada uno, tendrían el 49 por ciento de Televisa y, por tanto, el control de la empresa, desplazando al heredero. “Sólo les habría quedado persuadir a alguno de los seis herederos de don Emilio, Paula (Cussi) o alguna de las hijas, por ejemplo, para entre todos tener una mayoría de acciones con voto. Es casi seguro que éste fuera el tema de la discusión entre Diez Barroso y Davis esa noche en Morton’s”, escribieron Fernández y Paxman.
Para enfrentar a sus familiares, Azcárraga Jean no sólo demostró astucia sino también buscó, de entrada, diferenciarse de su padre y de las herencias incómodas. A quien le preguntara, Emilio Jr. les afirmaba: “las lealtades de mi padre no son mis lealtades”.
“Yo nací llamándome Emilio Azcárraga, ése es mi nombre desde hace 29 años. No me puede pesar porque es parte de mí, de lo que soy. Estoy orgulloso de llamarme como me llamo, como mi padre, como mi abuelo.
Sí, tengo 29 años y no me rajo. Esto me tocó ser y lo asumo. Tengo un compromiso moral con las gentes que trabajan en esta empresa”. "