martes, 11 de diciembre de 2007

¡ Aquí mando yo !

Tan emblemático como el ¡por qué no te callas ! dicho en anterior oportunidad es el ¡ Aquí mando yo ! que expresara el presidente de la Corte que juzga a Alberto Fujimori, el Dr. César San Martín. Y es emblemático porque representa la división de poderes, el imperio de la justicia, el estado de derecho y la imparcialidad en un sistema que fue arrasado, corrompido y manipulado en el gobierno del hoy sentado en el banquillo de los acusados.
Fue un error político, rayano en la desesperación, desde mi punto de vista la perorata de Fujimori. No sólo se ganó la justa llamada de atención de un juez respetable e independiente sino que con sus gestos y gritos Alberto Fujimori, acaso involuntariamente, se equiparó a otro asesino: Abimael Guzmán. Si Fujimori insiste en llevar el tema por el lado político, con sus congresistas y gritantes fuera del recinto pues no va a llegar a ningún lado. Sin embargo en lo legal es impecable. El Dr. Nakasaki es un jurista de polendas y de hecho debe estar evaluando la intromisión inevitable de lo político. Por tanto hay una defensa con dos variables, la jurídica y la política. Sinceramente no creo que con la bancada que tiene Fujimori pueda conquistar a la opinión pública. El mega juicio a Fujimori sienta un precedente, un mensaje, es muy importante. La imagen de estar sentado frente al tribunal es patética. Es evidente que Fujimori intentará victimizarse y lanzar mensajes, como ese directo al APRA indicando que el Comando Rodrigo Franco existía. "Heredé una situación paramilitar" dijo dirigiéndose, repito, a Alan García, quién debe tener sus propios temores al venir estas palabras de uno de sus socios. Más de uno debe estar nervioso en Palacio de Gobierno.
Finalmente cuidado. Si bien es cierto Alberto Fujimori merece un juicio imparcial, que nos diferencie de sus atrocidades, no debemos olvidar que se está juzgando a un sujeto mentiroso, que ha tomado caminos llenos de cobardía y que sin ninguna misericordia ordenó que se asesinaran a rendidos en el caso de la embajada de Japón y a mujeres, ancianos, niños, estudiantes universitarios, inocentes que fueron asesinados salvajemente por los miserables enviados por él y su cómplice Vladimiro Montesinos.