Conocí a Don César Lévano, en sus detalles anecdóticos e intelectuales, a través de un gran amigo común, Jorge Vega "Veguita", portador también emblemático de una pasión común: los libros de viejo. Y digo lo conocí pues en nuestras conversaciones en mi vieja oficina de Palacio de Gobierno o en el Suizo de la Herradura, "Veguita" siempre tenía lista una anécdota o una historia sobre su gran amigo Don César Lévano.
Por él me enteré de su dominio de muchos idiomas, de su inmensa cultura, de su calidad de autodidacta, de su afán por el servicio social, de su preocupación por el movimiento sindical.
Por él me enteré pues que la sencillez de Don César es proporcional a su grandeza: él no sería capaz de hacerse "propaganda" ni hablar de si mismo. No lo necesita. Jamás lo necesitó. Ya pertenece a nuestra Historia.
La Columna de Don César Lévano, por sí sola, ha elevado el nivel de nuestro devaluado periodismo diario. Ya los ojos no son lastimados por letras que configuran insultos y crímenes contra la gramática. Gracias a la Columna de Don César el cerebro no ve pasar palabras sin contenido. Gracias a la Columna de Don César el alma se nutre de profundidad ética y de cultura, mucha cultura. Uno ve en su Columna el desarrollo de un talento. Uno ve en su columna la expresión de una pluma.
Nuestro país vive una crisis de referentes sin par en lo intelectual, en lo político, en lo empresarial, en lo mediático. Don César Lévano está ayudando a mitigar nuestra sed de referentes. Necesitamos reconocer que en nuestro país hay grandes hombres. Nuestra supervivencia como Nación así lo reclama. Don César Lévano es uno de ellos.
Sea este sencillo blog portador de un Homenaje sincero a un gran señor y gran periodista: Don César Lévano.
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