El señor Alan García ha vuelto a sugerir, en recientes declaraciones, que se pongan de acuerdo los miembros del Tribunal Constitucional y del Jurado Nacional de Elecciones respecto al clarísimo asunto de la devolución de aportes al FONAVI. Con esta aparente, y calculada, confusión el Dr. Alan García contribuye con la destrucción del Estado de Derecho, asunto que por si no lo saben, es una característica de su temperamento de "estadista".El señor García debería volver a las aulas, de repente de la Universidad San Martín de Porres, feudo aprista, que aloja en sus aulas a funcionarios, ministros y congresistas del aprismo que obviamente dictarán los cursos de derecho constitucional " a gusto del cliente" o a gusto de la boleta de pago simplemente.
Samuel Abad, es uno de los más destacados constituyentes que tiene nuestro país, sino el más. Samuel está a una distancia sideral de Javier Velásquez Quesquén o Aurelio Pastor, los "expertos" constitucionalistas de Alan García. Samuel Abad ha escrito hoy en el diario El Comercio lo siguiente :"Es muy grave la decisión del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) de no acatar la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) en el proceso de amparo que abrió la puerta al referéndum sobre el Fonavi. En su extensa Resolución 260-2007-JNE, del 21 de diciembre, declara "inaplicables" las sentencias del TC." Claro que sí, estimado Samuel. Es muy grave. Y tu artículo, didáctico, explica lo que debería ser desde el punto de vista del Derecho esta disputa entre el JNE y el TC. Pero hay un hecho político de por medio. Soy de los que piensa que este JNE con el señor Enrique Mendoza a la cabeza no es de confiar. Su cercanía al APRA es por lo menos amical. El señor Enrique Mendoza es compañero del señor Alan García en las aulas sanmarquinas y es un asiduo concurrente a Palacio de Gobierno por la puerta que da a Desamparados. Así que aquí, en este enfrentamiento, podría haber una manipulación política al más alto nivel. No me sorprendería. Es el estilo de gobernar del señor García, sin nada de respeto por las endebles instituciones de nuestro país. Claro que siempre encontrará a un leguleyo "independiente" que por miles de buenas razones le de la razón.