Cada vez me siento más convencido que la educación pública le interesa un comino al actual gobierno. Protegidos torpemente por una prensa oficiosa que no quiere perder la gigantesca publicidad gubernamental, el actual régimen, literalmente hace lo que le viene en gana. Han comprendido y puesto en uso la fórmula fujimorista del atontamiento nacional a partir de un pacto entre prensa, empresa y aparato gubernamental.
Es así que el drama de miles de jóvenes a nivel nacional pasa desapercibido. ¿Cuál drama? dirá el lector que ha caído en la red de la desinformación. Pues el drama de la huelga indefinida universitaria, que por culpa del gobierno de Alan García, ya ha cumplido siete meses perjudicando la situación actual y futuro de miles de estudiantes.
Sucede que al señor García y a su funcionario Luis Carranza no les interesa la homologación retroactiva de los profesores universitarios. Han dado dispositivos tramposos que permiten el engaño a los profesores al no considerarlos en las partidas presupuestales correspondientes. ¿Cuál es el resultado? más huelga y más drama para jóvenes peruanos que creyeron que García había cambiado y al cual le interesaba, según su -ahora sabemos- falso discurso de impulsar la educación pública nacional.
A mi no me sorprendería que el socio de Hernán Garrido Lecca y encargado de Educación José Antonio Chang se encuentre feliz con esta penosa situación. Universidades particulares como por ejemplo la Universidad Particular San Martín de Porres son feudos apristas, caja chica de burócratas dorados que fungen de "profesores" y son estas "universidades" quienes se benefician con el colapso de la universidad pública, pues son receptoras de educandos desesperados por estudiar y que caen embelesados en una costosa red de marketing que oculta la falta de rigor y excelencia académica de las aulas privadas.
La huelga en las universidades públicas continúa. Y en paralelo se demuestra la hipócrita exigencia de algunos medios, que en tanto plantean una reforma educativa para enfrentar con éxito el TLC, callan ante una penosa circunstancia como esta.