miércoles, 5 de diciembre de 2007

la subcultura del narcotráfico

La impresionante violencia que está castigando a México tiene en la crueldad a una de sus principales características. La forma como los narcotraficantes de los distintos cárteles están asesinando a cantantes no tiene antecedentes ni siquiera en los peores momentos de los famosos cárteles colombianos. Recuerdo una tarde en el Oma de la 93 en Bogotá, cuando hablando con uno de mis profesores hace 6 años, me decía que el principal error de Colombia fue ser indiferente ante el avance del narcotráfico. Aquí, salvo algunos bloggers como Desde el Tercer Piso de José Godoy y Fernando Rospigliosi, el tema es tabú.
En México se está matando a artistas que le cantan a la "gesta" de los narcotraficantes. En ese sentido se parece a los vallenatos que aparecieron en Colombia en los 80 para cantar las "hazañas" de Pablo Escobar, uno de los más sanguinarios jefes de la droga, al cual en la práctica las canciones convirtieron en un santón.
En México un grupo musical canta la "gesta" de un cártel, el de Sinaloa por ejemplo. No le gusta al narco del cártel de Tijuana, y ordena que lo maten , luego de monstruosas torturas, obviamente. Para mayor ilustración, y prevenir de lo que podría suceder aquí si se sigue subestimando el avance de las bandas de la droga, reproduzco el editorial del Universal de México sobre el tema:

LA SUBCULTURA DEL NARCO

La subcultura del narcotráfico va desde la ostentación vulgar de la riqueza, el atuendo estridente y las seudolujosas mansiones del mal cine de los años 40, y llega a palenques y conciertos de música grupera desde Camelia la texana hasta mensajes entre bandas.

Vemos lo que cubren las parrillas de iluminación de los escenarios. De lo que pasa detrás sólo percibimos los destellos de las armas de alto poder que abaten a los ídolos populares que juegan con fuego.

Deudas del vicio, venganzas pasionales, celos, envidias, deslealtades entre cómplices o nimiedades se esconden bajo los dramas que resuenan en los medios.

Sergio Gómez, director y cantante del grupo K-Paz fue secuestrado al término de una función en Michoacán y estrangulado después de que le quemaron los genitales.

Zayda Peña Arjona, de 28 años, vocalista del grupo Zayda y Los Culpables, fue víctima del ataque de un sicario en un motel de Matamoros. Como sobrevivió al ataque, la remataron en el hospital donde la atendían. En el motel murieron la asistente de la artista y un empleado del alojamiento.

Antes que ellos, murieron asesinados Trigo Figueroa, hijo del cantante Joan Sebastian, en Hidalgo, Texas; Valentín Elizalde, El Gallo de Oro, y Chalina Sánchez. Vicente Fernández, hijo del famoso cantante homónimo, fue secuestrado y mutilado de un dedo para forzar el pago de un alto rescate.

Con su repertorio que enaltece episodios de la vida de los narcotraficantes y su acercamiento a unos cárteles y no a otros, los músicos que hicieron evolucionar exitosamente la música norteña con aires de pop y rock matizan y calientan las rivalidades entre los pandilleros.

Así se narran la fallida reconstrucción de la fisonomía —según la versión oficial— de Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, porque prefería el avión para traficar, con música de Los Tigres del Norte, y los delincuentes son convertidos, para las mentalidades simples, en románticas figuras que desafían al gobierno y viven y mueren con dureza admirable. Mejor que la rutina de una vida sencilla.

Del mismo modo, Jesús Malverde —inmejorable nombre para un maleante de telenovela— queda santificado por sus iguales junto a la Santa Muerte.

La subcultura del narco tiene un impacto notorio en parte de la sociedad mexicana, por el fuerte atractivo de la violencia sin castigo y por la insuficiencia de la acción legal.

En lo que va del año, alrededor de 2 mil 500 personas, no todas estrellas de la música grupera, han perecido por la acción de criminales tan enajenados que necesitan disparar hasta 150 veces para asegurar la defunción de su víctima.

Para los narcos, sus iconos son Los Tigres del Norte y Los Tucanes de Tijuana.

Los pacíficos ciudadanos, simples espectadores, quisiéramos más héroes del lado de los buenos.

Con coro multitudinario, es despedido el vocalista de K-Paz de la Sierra

Luego de una misa de cuerpo presente en la Catedral Metropolitana, la carroza que transporta al féretro de Sergio Gómez se dirigirá al aeropuerto capitalino para viajar llevarlo a EU.
México, DF. Sergio Gómez, vocalista de la agrupación K-Paz de la Sierra, fue despedido en medio de porras, ovaciones y gritos de alrededor de dos mil 500 personas, al salir de la Catedral Metropolitana.
Tras finalizar la misa oficiada por monseñor Rubén Ávila, los integrantes de la banda, así como los familiares más allegados, además de Carolina Jaramillo, encargada de la Relaciones Públicas, y Sergio Gómez, representante, unieron sus manos para gritar tres veces consecutivas “K-Paz de la Sierra”.
Esta situación ocasionó que brotaran las lágrimas de cada uno de los que emitieron la porra; mientras que el público y los seguidores del grupo expresaban: “Muchachos no se dejen caer, Sergio no se ha ido, adelante”, por mencionar algunas muestras de apoyo.
Respaldada por un fuerte dispositivo de seguridad, la carroza que transporta al féretro de Sergio Gómez, se dirigirá al aeropuerto de esta ciudad, para viajar hacia Estados Unidos.