Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos tenían claro que un objetivo concreto para poder entronizarse era destruir nuestras instituciones. Sólo así podrían hacer con libertad lo que les viniera en gana. Para ello era imprescindible desprestigiar a la Cámara más respetada, la Cámara de Senadores. Utilizaron para ello los mismos argumentos que se utilizan hoy: que cuesta mucho, que daña la imagen de los políticos, que no sirve para nada, etcétera, etcétera. Todos argumentos ridículos cuando no falsos que encubrían la verdadera intención cual era poder manipular.
El Senado que funcionó hasta el año 1992 consumía menos presupuesto que el posterior Congreso que diseñaron Fujimori y Montesinos. Un Senador trabajaba en su propio despacho y no tenía ni siquiera secretaria. Ganaba un promedio de 3,000 soles de los de hoy. Con Fujimori se empezó a gastar más, muchísimo más. Los congresistas del Parlamento diseñado en la Constitución del 93 empezaron a ganar 10,000 dólares en promedio, es decir diez veces más, tenían secretaria, asistentes, choferes, oficinas propias, asesores cuantos quisieran. Era así porque el objetivo del fujimontesinismo era sensualizar a los políticos, y vaya que lo lograron. No sólo eran jugosos sueldos sino, sobretodo, gran cantidad de gollerías que sensualizó y devaluó al ejercicio de la política.
Pero la sensualidad de los congresistas del diseño ´de la Constitución del 93 permitió que se consolidara el verdadero objetivo del fujimontesinismo: la manipulación a su antojo del Parlamento.
El Congreso y su bajo nivel se convirtió en fácil pasto de los lobbistas y estudios de abogados, quienes veían en los parlamentarios a simples mesas de partes. Eso ha cambiado, pero la presión que ejercen aún en estos días se facilita por la ausencia de una Cámara de Senadores.
Si la opinión pública está en contra es por la campaña de desinformación que casualmente emprenden los que van a perder poder si es que se aprueba el retorno a la Cámara de Senadores. Será impopular, por la desinformación, pero es necesaria para el retorno a la salud política del país. En ese sentido es emblemático que quiénes defienden la desaparición de la Cámara de Senadores sean o lobbistas o tránsfugas o fujimoristas o ex fujimoristas. Ante esto la fuerza de los hechos es contundente.
No se gobierna en función de la opinión pública que suele estar equivocada. El retorno de la Cámara de Senadores es un asunto muy importante y esperamos, como espera gran parte de compatriotas, que la votación a favor de su retorno se de en los próximos días, cuestión que de ser favorable será señal de un retorno a la gran Política.