Al igual que con el TLC con Estados Unidos, donde tuvo que cambiar de posición inicial, el presidente Alan García ha tenido que cambiar su intención de mandar a la congeladora el delicado asunto de la demanda peruana ante La Haya.
Versiones no desmentidas confirman esta promesa que García le habría hecho a la misma Michelle Bachelet. De allí la furia de altos personeros chilenos. Pero ello poco importa. Ahora, contra los deseos de García el Perú presentó su demanda en la Corte Internacional de Justicia.
Ahora analicemos la sobreactuación presidencial que vino con himno (cantado en el ex Senado a su solicitud). Es obvio que quiere aglutinar al país desesperado por una crisis económica originada por la desidia, la inercia, la falta de reformas, el conformismo y -cómo no- la galopante corrupción.
El dolar se cae y la bolsa de valores también. La inflación se sigue incrementando. Las exportaciones están retrocediendo en volúmenes. Los precios de algunas materias primas empiezan a ceder.
Ante ese panorama bien vale una sobreactuación. Y en eso García es simplemente un experto.