martes, 22 de enero de 2008

Peligro Urbano: Alcaldes en Campaña

Peligro urbano: alcaldes en campaña Por: Juan Sheput, 8 de junio de 2006
Se vienen las elecciones municipales y regionales. ¿Cuántas obras públicas empezarán a ejecutarse para que los electores sepan a quien elegir? Juan Sheput, colaborador habitual del diario Correo, de Lima, ensaya interpretaciones y análisis al respecto.

Una señal de que estamos a pocos meses de las elecciones municipales es la cantidad de obras que se vienen efectuando en diversos distritos de la capital. Tratando de hacer en seis meses lo que no han hecho en cuatro años, diversos alcaldes han empezado de la noche a la mañana a reparar veredas, parchar pistas, relanzar parques, sembrar piletas de agua, hacer diversas campañas, que, por la falta de planificación, lo único que logran es mortificar al vecindario. Se cierran calles enteras sin aviso previo, se derriban árboles sin justificación alguna, todo vale en el arte de ganar méritos para una reelección. Los alcaldes en ese sentido actúan con premeditación y alevosía. Saben que el ciudadano limeño es un ciudadano indiferente ante la destrucción urbana, y que luego de un reniego inicial perdona y olvida. Es por eso que emprenden una serie de obras que son de alto nivel propagandístico, pero absolutamente inútiles para mejorar el caos urbano, de nuestra ciudad. Ya en años anteriores hemos visto cómo se han hecho “corredores” automovilísticos completamente inútiles. Los “corredores” de las avenidas Alfonso Ugarte, Grau, Brasil, Caquetá, Tomás Marsano, Ingeniería, la “vía expresa” de la Javier Prado, todos sufren de permanentes embotellamientos. ¿Por qué? Porque se siguen haciendo remodelaciones sobre las mismas rutas, no se diseñan nuevas, no hay planificación sino improvisación y, eso sí, grandes recursos de marketing. Ahora, el municipio de Lima derriba alegremente los añejos árboles de la Av. Arenales para ampliar un carril que no ayudará absolutamente en nada a solucionar el problema del transporte. Con este asesinato urbano se perderán decenas de árboles que demoraron años en crecer y se aligerará el paso de unos cuantos vehículos hasta que se enfrenten al cruce con la Javier Prado, donde se producirá un monumental embotellamiento. Un gasto en vano del dinero de todos los contribuyentes. Y todo esto ante la vista y paciencia de un Congreso y una Contraloría que han claudicado en su obligación de fiscalizar los atropellos que algunas autoridades municipales cometen contra los ciudadanos. Ya no sólo se destruye la Costa Verde. En una madrugada en la Av. Arenales se han derribado árboles que demoraron 40 años en crecer. Que no nos sorprenda que una de estas mañanas, con el mismo pretexto de ampliar un carril, derriben los espectaculares árboles de la Av. Arequipa.

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