En los últimos diez días, dos señores, abogados y políticos para más señas, han estado inmersos en denuncias hechas por algunos medios de comunicación. Uno de ellos, Alex Kouri, acaba de ser acusado, en un informe del Congreso, de haber cometido una serie de delitos e irregularidades en esa afrenta a la autoestima de los peruanos, mal llamada Vía Expresa del Callao. El señor Kouri, como respuesta, amenaza, montesinistamente, con enjuiciar a los congresistas que lo han venido "injuriando" insistentemente. El individuo que llevó a su hermano donde Montesinos y que habló con él que "el negocio está en el peaje" dice que lo injurian.
El otro, Marco Parra, teniente alcalde de Lima, según informe de la revista Caretas, habría privilegiado a sus conocidos en una serie de negocios vinculados a la Municipalidad que regenta Luis Castañeda Lossio.
Como notarán, la política estaría siendo utilizada como vehículo para hacer grandes negocios.
Es cierto que estos ciudadanos no han sido acusados por el Poder Judicial. Hay sólo indicios de las "irregularidades" cometidas. Pero son un real ejemplo de qué tipo de gente está ingresando a la política. La Política, con mayúsculas, ha dejado de ser en nuestro país el catalizador del desarrollo y la búsqueda de bienestar societal. La gran Política ha desaparecido. Hoy, en su inmensa mayoría, ingresan al ejercicio político no gente con vocación sino con apetitos de enriquecerse a costa del presupuesto municipal, regional o nacional.
No me sorprende el cinismo del cual hacen gala este par de ciudadanos. Ese cinismo en nuestro país, enfermo de inmoralidad y falta de ética, se celebra. "La saben hacer" se dice ambos extremos de la sociedad, en una demostración que en materia de moralidad nuestro país tiene un déficit gigantesco.
Estos ciudadanos basan su certeza en que las "cosas" les saldrán bien en la sapiencia que gracias a "leguleyadas", "mermelada" y "amiguismo" todo seguirá igual. Nuestro sistema de prestigio, ese que premia al Mercedes o el BMW, la casa de playa y el departamento, sin saber de donde salió el dinero, los celebrará. Y por eso, ciudadanos con similares ambiciones y características, para mala suerte del país, seguirán inundando la política.
A veces pienso que el sistema está enfermo. Acepta y calla lo inaceptable. Y aquí si hay un grave problema generacional. La generación a la cual pertenezco no sabe hacer un deslinde con este tipo de personas. Y con esa actitud, medios de comunicación, empresarios y políticos, ponen en peligro la sostenibilidad del régimen democrático.
jueves, 17 de abril de 2008
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