viernes, 8 de junio de 2007

García y Bachelet, actitudes diferentes



Cuando Fujimori llegó a Chile, allá por Noviembre del 2005, no contaba con la reacción de la entonces candidata Michelle Bachelet y su copartidario el diputado Guido Girardi, en el sentido de fustigar al gobierno chileno por no haber detenido de inmediato al prófugo y ponerlo a disposición del Poder Judicial para iniciar los trámites de extradición correspondientes. Si la ahora Presidenta no hubiera intervenido así de repente hoy Fujimori estaría en algún paraíso oriental, gozando de la impunidad y del blindaje inmoral que le dan sus parlamentarios.



La actitud de la Presidenta de Chile demuestra lo que se llama imperio ético, viendo a la luz de su propio sufrimiento el daño que se hace a una Nación apañando a corruptos y violadores de los derechos humanos. Y esa actitud no es de ninguna manera politización. Es una invocación con apego a los principios y a la Ley. A diferencia de la politización, que es una campaña permanente de hostigamiento que corrompe culquier proceso, la invocación tiene respaldo moral y la practican los gobernantes cuando tienen la trayectoria correcta pues saben que son el primer referente del pueblo.



Pero mientras Michelle Bachelet invocaba y fustigaba, Alan García ha dicho, junto con su Premier, que no piensa intervenir, que no piensa ni siquiera invocar, pues no quiere "politizar" el tema. Que diferentes comportamientos entre ambos políticos. Nos hubiera gustado escuchar al presidente García y a su Premier invocar a los tribunales chilenos que hagan pronta justicia y que no duden en que acá se hará lo mismo. Nos hubiera gustado escuchar al Presidente y su Premier decir que en Perú se espera el fallo con responsabilidad y apego a la Ley, pues los delitos no pueden quedar impunes. Nos hubiera gustado escuchar al Presidente y su Premier demostrar satisfacción por un fallo que sancionará a aquel que no dudó en matar y torturar. Pero no lo han hecho, han preferido ponerse de costado, argumentando para los ingenuos que lo hacen porque no quieren politizar la causa, cuando la realidad es otra: el temor a que la jurisprudencia siente precedente y que en algún momento alcance a más de un miembro del primer gobierno aprista que enfrenta también -cómo no- acusaciones por delitos de lesa humanidad.



El Presidente García y su Premier se han puesto de costado. No se si será por nervios o por temor. De lo que sí estoy seguro es que hay muchos que temen al retorno no sólo de Fujimori sino de su equipaje, un equipaje plagado de videos y audios que generan, a través del chantaje, una serie de comportamientos extraños cuando lo que se requiere es una clara definición. Si Michelle Bachelet hubiera decidido "no politizar" el tema cuando Fujimori llegó a Chile, hoy Kenya no estaría detenido. Y esa actitud principista requiere de correspondencia en nuestro país. Pero no es así. Por la actitud de nuestros gobernantes es que en el Perú el corrupto no tiene el castigo que se merece. Más bien se le "premia" hasta con páginas sociales en los principales medios. Esa impunidad y sinverguencería hace que nuestro país siga involucionando, en un deterioro que es necesario detener.
La Política es importante. Con seriedad y sin exageración. Fue la Política la que desenmascaró la corrupción de Fujimori y Montesinos y es la Política la que está desenmascarando ahora las acciones de Alex Kouri. Por lo tanto es necesario que nuestro Presidente plantee claramente que en su gobierno hay deseos de hacer respetar la justicia y también las acciones de sus representantes es decir los procuradores. Y así como en Chile se respeta la división de poderes pues aquí también y por tanto debe invocarse a Chile que Fujimori debe ser extraditado para ser juzgado por la corrupción ocurrida y los crímenes de lesa humanidad. El fallo de la fiscal Maldonado es más que vinculante: inicia el proceso judicial con palabras contundentes. Sabemos por las últimas noticias que Fujimori se encuentra con prisión preventiva y por aquí sus defensores pretenden hacer una telenovela. Una telenovela que pretende decirnos que Fujimori es una víctima de Montesinos. Una telenovela que quiere despertar en los peruanos sentimientos de compasión hacia quien no los tuvo con víctimas inocentes. Una telenovela que podría contener una moraleja con un claro mensaje para todos los corruptos: que el crimen, por más planificado que esté, nunca paga.