jueves, 7 de junio de 2007

No es estrés.....es desconfianza

Hace poco, el martes 5 de junio, llamábamos la atención a nuestros lectores sobre la agresividad del discurso aprista cuando de protestas sociales se trataba. Sin embargo el discurso tornaba en suave y comprensivo cuando los reclamos provenían de sectores empresariales. En otras palabras para las mineras y grupos chilenos si vale el principio de estabilidad fiscal. Pero a los empresarios peruanos sí, por supuesto que se les puede aplastar. Sabemos que el gabinete actual está infestado de lobbystas y defensores de intereses fácticos pero eso no les da ningún tipo de derecho para desconocer la justa y constitucional protesta social. Por ello la genialidad de Carlín, que aparece en la República de hoy y que también recoge Nauseapolítica, no puede pasar desapercibida:



Esta caricatura retrata con precisión al Perú de los tiempos del Mal Menor. En los últimos días hemos asistido a un festival de adjetivos e insultos provenientes de los más altos funcionarios de este gobierno contra los líderes de las protestas reivindicativas. No sabemos si debemos atribuir esta actitud al autoreconocido estrés, que de hecho ya viene padeciendo más de un funcionario-secretario por la incapacidad para hacer bien las cosas, pero lo cierto es que la plana mayor del gobierno aprista debe recordar que "a toda acción sobreviene una reacción" (Física I, segundo año de secundaria).
Calma muchachos del octagenario partido aprista. Saquen a relucir la experiencia de sus 83 años de vida en el quehacer político nacional. No olviden que el diálogo funciona sí y sólo sí se cumple con lo pactado y que de ninguna manera tendrá éxito si es que Jorge dice A, Meche clama B y Mauricio grita ¡ Ninguno de los anteriores !
Otrosí digo (para estar al nivel de los abogados que rodean al gobierno): así como no se adelgaza cortándose los brazos tampoco se hace política con una escopeta multicañón. Ello no sólo trae confusión sino también desconfianza. Y de lo que sufren ustedes en el gobierno no es de estrés sino de una epidemia ciudadana de dudas e incredulidad.