viernes, 15 de junio de 2007

Con premeditación y alevosía

¿Qué habría pasado si la prensa no descubría el almuerzo de Mantilla y Javier Ríos? Hoy el Dr. Ríos sería magistrado, nadie sabría de lo sucedido detrás de cámaras y los operadores, tanto políticos como mediáticos del aprofujimontesinismo, ya habrían cambiado los reflectores hacia otro tema. Con la colaboración de la peruanísima costumbre de olvidar rápidamente, hoy tendríamos a políticos hablando -como lo hace Santiago Fujimori, el usuario de la camioneta asesina que transportó al grupo Colina a la masacre de los Barrios Altos- de legislación antiterrorista, de los límites con Chile y del fútbol en las alturas. Y la agenda sería otra. Y nuestro Perú tendría un cuarteto inefable, oleado y sacramentado, en el Tribunal Constitucional.
Pero debemos hacer esfuerzos para no olvidar. Aquí se ha actuado con premeditación, alevosía y ventaja. El cálculo planificado de la premeditación llevó al mismo presidente García a invocar al Congreso a que elija al cuarteto cuestionado esta misma semana. El cálculo premeditado apostó por el olvido del fin de semana que, regado por la celebración del Día del Padre, nos conduciría el Lunes a otra agenda. Aquí se ha actuado con alevosía, es decir con pleno conocimiento de las consecuencias del acto de elección, es decir a sabiendas que se iba a tener a un cuarteto mediocre en promedio y totalmente manipulable, funcional a los fines del aprofujimontesinismo en el poder, porque de ese poder dependió para llegar. Aquí se ha actuado con ventaja, la ventaja que otorga tener a las dos bancadas más sólidas del Congreso actuando juntas, con la ayuda de un grupito de tontos útiles del upepismo al cual simplemente le interesa la ración y no la Nación. Esta alianza de cómplices en el aprofujimontesinismo sabe que la oposición que tiene al frente está por debajo de lo mediocre, que no tiene talante político y que en lugar de plantear una censura a la Mesa Directiva se contenta con una conferencia de prensa en las escaleritas de los Pasos Perdidos. En suma una oposición sin dientes, sin talla, a la deriva y que no tiene claro lo que significa él manejo de los códigos del poder.
Por eso la lucha para que el proceso de elección de los magistrados al Tribunal Constitucional debe continuar pero en otros frentes: los de la Sociedad Civil y los de la Política de verdad, la que se da en foros y plazas a la conquista de la opinión pública. Porque de la oposición congresal nada podemos esperar.